Hay algunos sectores en la sociedad catalana que en lugar de alegrarse por la merecida buena trayectoria en Primera de un equipo de casa como el Girona FC, aprovechan esta circunstancia para intentar humillar al RCD Espanyol aprovechando que circunstancialmente se haya en Segunda división. Hoy mismo, el periodista de ‘L’Esportiu’ Lluís Simon, que habitualmente se caracteriza por impregnar de una alta carga política en sus escritos sobre deporte, escribe en la contraportada del citado diario un escrito titulado “El filial del City” donde acusa con dureza a los que denomina “los grandes expertos del fútbol nacional, es decir, los pobres aficionados de los otros equipos”, en que apunta que “el gran argumento existencial de esta nueva secta digital es la lluvia de millones que supuestamente viene del City Group”, en referencia al dopaje económico de la entidad de Montilivi. Así, enumera una serie de clubes con capital extranjero como el Valencia de Peter Lim, el Málaga de Abdullah al-Thani, también a la multinacional china Wuhan DDMC que se quedó con el Granada el año 2016, a Ronaldo Nazario en el Valladolid o Robert Sarver en el Mallorca, incluyendo al Espanyol y en concreto, a sus seguidores en su argumentario: “También hace unos meses lo oíamos decir a algunos seguidores periquitos, impotentes porque también tienen un amo al que le caen los millones del bolsillo, y sus jugadores, en cambio, no hacen tres pases buenos seguidos”.
Y añade: “Pero solo el Girona hace trampas. Yo lo decía antes, la envidia y la calumnia conviven. Y a esta idea, se tienen que añadir ciertos elementos que en las Españas muchos tienen fijados al subconsciente cuando ven el Girona tan arriba. Guardiola y Puigdemont son dos personalidades que generan una animadversión nada disimulada. Y los dos están, por razones conocidas, vinculados a Montilivi”. No podía faltar como apuntábamos el componente político e incluso judicial, ya que en esta amalgama de argumentos afirma que “por si teníamos ninguna duda, ya ha venido el juez García-Castellón para recordarlo y colocarlos los dos en el mismo saco del sumario, o novela, de la acusación de terrorismo de Tsunami Democràtic, que es todo un resumen del Estado que nos acoge tan amablemente. Y después hay, está claro, los que se preguntan por qué Míchel tiene que hablar catalán si con la lengua ‘que no fue nunca de imposición’ ya nos entendemos todos. Todo viene de mirar la clasificación y contemplar jornada detrás jornada al equipo tan arriba. Era divertido al principio y ahora cada vez los hace menos gracia. Los mismos forofos del Madrid, ahora despreocupados, harán bien de ir a favor del Barça en el derbi de Lluís Companys. Ver para creer”.
