Es la Copa la ‘matrioska’ de las competiciones, esa muñeca rusa hueca que dentro lleva otra y la siguiente una más, así hasta un número largo. Y el torneo del K.O te lleva a una ronda y a la siguiente hasta la deseada final, siempre y cuando se alineen los planetas y el equipo no haga el gañán.
El año pasado en San Mamés, Joan mostró toda la escuela que tiene y donde sobresale su intención siempre de blocar. Lo refrendó y maldecimos la falta de continuidad aquí o donde corresponda.
Óscar pudo redimirse en parte y en banda contraria Ramón no fue víctima de anteriores extravagancias y ambos laterales cumplieron la papeleta. Las luces y sombras llegaron por el medio de la zaga, donde lo mismo Sergi y Cabrera creaban fuego amigo con cesiones o taconazos, para acabar salvando ocasiones claras.
Volvió Pol, parte del plan del ascenso con el que habrá que seguir contando. Le acompañó Keidi, que garantizó durante mucho rato que no pasara nada.
Los extremos se tocan y lo refrendaron en la jugada del segundo, que empezó en la derecha con una banana de un buen Salvi y acabó en remate de Jofre, que venía de la izquierda, en uno de esos balones que te encumbran o que acaban en la Ronda. Coincidió las buenas actuaciones de Keita, consciente ya de que no solo se vive del gol. Sadik debutó de local y siempre podrá contar que hizo una chilena jugando con los mayores.
Las condiciones del resultado propiciaron los cambios; Gragera y Omar hicieron lo necesario que pedía el momento, Braithwaite generó más nervios a los de Pucela porque lo reconocieron enseguida y Aguado era el señalado para cerrar el choque cuando el duelo ya parecía un partido de patio de colegio, entre otras cosas por la ausencia de árbitro, que si lo hubiera, no habría dejado sacar de banda, en la jugada más ilógica que uno pueda recordar. La risa llegó con Puado, marcando el último gol, sin portero, para convertirnos en los jefes del recreo.
Salió todo a pedir de boca, incluso el frío pareció menos. Entre números de asistencia al estadio que iban saliendo por las pantallas como si fuesen los números de la lotería de navidad, se sirvió una Copa que aún no embriaga, pero entona. Empiecen cada uno sus cábalas hasta el próximo sorteo. Yo me pido en casa. A ver si esta matrioska que se abrió en La Palma, nos va a dar una alegría inesperada.
