No esperen que les hable de futbol. Imposible. No lo hubo. Y no encontrarán aquí nada que no hayan visto. Me alegraré si se quedaron en casa y no sufrieron el frío. Climatológico y ambiental. Hicieron bien.
La banda sonora de este Espanyol es la discografía de Julio Iglesias: camino al estadio piensas ‘que no se rompa la noche’ y acabas la cita viendo cómo se mancha el nombre, se arrastra la camiseta y se pisotea el escudo.
Iniciaba el duelo con el recuerdo a la pérdida de Don Ricardo Herrero, socio número 1, ‘un señor’, que allá donde esté, sabrá que’ los truhanes’ no se unieron al homenaje con victoria. Una plantilla, que, pasadas unas horas, alguien ‘bohemio y soñador’ cambiaría por completo y se conformará, si Garagarza no lo remedia, con lo que decía Toshack: jugarán “los mismos cabrones de siempre”.
‘Hey, no vayas presumiendo por ahí’ podría ser el slogan que recibiera a las puertas del vestuario a aquellos que, 21 jornadas después, creen estar en la liga equivocada. Me pregunto cómo se mirarán entre ellos allí dentro. Si serán conscientes que ‘lo mejor de su vida’ lo están dejando pasar entre la mediocridad y la indolencia. Intuyo cómo puede ser.
Si se juega como se entrena, ayer quedó claro que se hace entre semana. En las circulaciones de balón hay quien pasa ‘de niña a mujer’. Las indecisiones entre compañeros, ‘a veces tú, a veces yo’ dejan espacio a que rivales flojísimos se crean con la oportunidad. Nos menean a ritmo de ‘bamboleo’. Ganar al RCDE en esta categoría es la hazaña que contarán a los nietos. Se plantan delante, se lo creen y entonando un ‘me va, me va, me va, me va, me va la vida, me va la fiesta’, queda claro, que te lo harán. ‘Al final las obras quedan las gentes se van’ y la lista de señalados es reincidente semana tras semana. Esta vez, todos.
Entre el sonrojo y la vergüenza, abandonábamos el estadio, con la desgana instaurada porque ‘siempre hay por quien sufrir y a quien amar’ y esta bendita sinrazón, nos traerá de vuelta al Templo, aunque sea en Reyes. Hace tiempo que hemos ‘perdido la cabeza’ por ‘el amor de una mujer’ que viste de blanquiazul. Toca reforzar, cambiar y mejorar. Pero ya. Aquí un creyente que confió en el cambio de timón, reconoce, que ‘la vida sigue igual’.
Pasen unas felices fiestas. De corazón.
Juan José Caseiro
