La reflexión de Juan José Caseiro tras el Racing de Ferrol – Espanyol:
Con grandes dificultades económicas, en “El juego del calamar” 456 concursantes arriesgan sus vidas para obtener el premio que les salve de la ruina. En la Hypermotion, 550 jugadores de 25 plantillas buscan una categoría superior. Los que aspiran al premio del ascenso, parecen empeñados en llegar todos juntos de la mano, en una competición que se ya es “El juego del empate”.
Pacheco, poco sometido, podrá llegar al final del concurso. La temprana amarilla de Omar le hacía ganar enteros para fulminarlo y acabó siendo el mejor defensor. Sergi y Calero acertaron en la vigilancia de los de verde y Brian, como el que se infiltró enmascarado, no creó peligro porque el césped de las bandas era el corredor de la muerte.
Repitió Pol titularidad saltando de las literas del banquillo y desplazado por el centrismo de Aguado, favorito de los televidentes en un medio campo que se rompía como las placas de vidrio. Expósito por izquierda en el inamovible 4-4-2, encontró resquicios para el chut, pero hasta en las canicas se necesita “chivas, pie, tute y güá”.
Arriba Puado y Braithwaite se dedicaban al “pica-pared” y al girarse, evidentemente, estaban todos quietos. Lo que le pasó a Milla sucedió en otro espacio de tiempo: Cardeñosa en el Mundial 78 con banda sonora de fondo digna del Festival de la OTI.
Al “líder”, de anorak negro, no le acertaron los cambios: Jofre tardó demasiado, Cabrera de sopetón sin estar preparado y Keita con Keidi, que actuaron “en Balde o en Bare”, qué más da Isabel o Fernando.
Quedan 20 casillas para llegar a la meta. Si fuese “el juego de la oca”, agarraríamos de “puente a puente a puente” para que nos llevara la corriente, pero llevamos cinco semanas parados en la del laberinto de los empates. Hubo cosas buenas y otras no tanto. Desafortunados en el juego ¿Acaso lo somos en el amor? Quizá si, pero con eso no se sube. Tampoco dejándolo al azar, porque como dejó escrito Einstein, “Dios no juega a los dados”.
Juan José Caseiro
