La opinión de Juan José Caseiro tras el Leganés – Espanyol:
En todo hay un pionero y un austríaco, August Musger, decidió en 1904 ralentizar artificialmente acciones cinematográficas, dando origen a lo que conocemos como cámara lenta. “Slow motion” le llaman los ingleses y podría ser el título de la competición que de “hyper” tuvo los dos primeros clasificados. Ejercicio de seguridad de dos equipos que acciona el acordeón clasificatorio con posibilidades de volver a encogerse.
Cero en el arco con Joan, que parece teledirigido por cada uno de nosotros en el juego aéreo. Ganó todas las disputas Omar, que se deja en cada duelo la pistola humeando; Sergi titular como señal de control del riesgo que ofrecen otros centrales y Cabrera se puso handicap a los tres minutos que ajustó con notable el resto de la noche, mientras a Brian le cayó encima una persecución de Cruz en un intercambio de roles.
Contención habitual de Gragera, que, no siendo mala, quedó corta de aportación hacia delante. Keidi hizo del número que lleva y le faltó chispazo. Nico acaparó el protagonismo de un penalti anulado que se juzga según los colores y perdonó después la más clara.
Jofre, que vive mejor a cámara rápida, trabajó para proteger el peligro de Franquesa; Gastón adelantó por méritos a compañeros que quedan en el rincón del boxeador noqueado y Braithwaite, que no anda fino, pierde en la comparación entre antes y ahora.
De la superioridad con balón, los cambios no obedecieron al cansancio: Milla por Gastón, como si la suplencia no le sirviese de escarmiento y Lazo buscador de una propina que solo cayó en Éibar.
Punto y autocontrol. Queda claro que la clasificación no se va a disparar. Las emociones juegan en el verde y hay que dominarlas como el balón que bota en área chica. Hemos ganado en consistencia y triunfará el que no cometa errores. Hasta el final, paso a paso. Esos reportajes de heroicidades, donde los detalles de la imagen ralentizada nos maravillan, están hechos a cámara lenta. Y quizá sea esta la forma de llegar al objetivo final.
Juan José Caseiro