Ésta es la opinión de Juan José Caseiro tras el partido Espanyol – Oviedo, que supuso el ascenso del equipo a Primera divsión:
“El partido más largo del mundo”
Les escribo con el corazón, desde lo más recóndito de un alma agotada, que pasó por todos los estados hasta la culminación del éxtasis final. Seguramente usted se sienta identificado, porque cualquier análisis hoy se desvanece por encima de los que dicta la piel erizada de uno de esos días que quedarán grabados en nuestra particular y peculiar historia.
Este partido eterno empezó hace 7 días, cuando en el Tartiere, nos dieron por muertos. Y es que a la verborrea contra nosotros se suma cualquiera. Dijeron bien alto que nuestro estadio era un cementerio y para no contradecir a los mayores, decidimos darles sepultura y ponerles epitafio: aquí descansa quien no conoce la fuerza de 33.000 gargantas en blanquiazul.
Contra todos, una corriente se empeñó en el transcurso de la semana en levantarse contra nosotros, en buena medida fomentada por unos medios que se sumaron a los que tenemos por aquí, siempre ávidos de vernos caer. Y la inquietud, enemiga de la paciencia, nos sobrevoló todos estos días, porque hasta el pitido inicial, ninguno sabíamos que Espanyol veríamos, después de un año de altibajos.
La parada decisiva, el despeje oportuno, el central revitalizado, el centrocampista que lucha, el que hizo doblete, los que salieron desde el banco… hasta los proscritos por la afición, cumplieron con la lógica que se le supone a este tipo de partido: el peso de la historia jugó su papel.
Me rindo a la afición, Patrimonio de la Humanidad, la que nunca falla, sea cuando sea y la comunión de júbilo tras el pitido, demuestra que somos el activo más grande del club y que aquí siempre habrá vida, mientras haya un perico en pie. Porque los que no pudieron estar y los que se nos fueron, nos enviaron su fuerza desde arriba. Cada lágrima llevaba el nombre de los que nos enseñaron el camino.
Joan; Omar, Calero, Cabrera, Pere Milla; Gragera, Keidi, Nico; Jofre, Puado y Braithwaite. Pasarán los años y citaremos de carrerilla el 11 que jugó el partido más largo del mundo. Brian, Aguado, Salvi, Víctor y Pol, también aparecerán cuando la efeméride nos recuerde esta noche, capitaneada por Manolo, que nos llegó desde las entrañas del fútbol sin focos. Y cada uno de ustedes, tendrá su forma de expresarla. Me permitirán que me quede con lo que me dijo al descanso un apasionado seguidor: si esto acaba así, será “un final rosa en una temporada gris”. Aunque lo que de verdad importa, es que el final fue feliz.
Juan José Caseiro
