Por décadas, se ha vendido interesadamente la imagen del FC Barcelona como mucho más que un club de fútbol en Catalunya, ya que se le ha querido convertir en un pilar de identidad cultural y política. Este estatus ha brindado al club azulgrana un aura de intocabilidad e incluso de impunidad que ha facilitado concesiones y privilegios por parte de las autoridades locales. Las obras de remodelación del Camp Nou han sacado a la luz, una vez más, la influencia descomunal del Barça, dejando a los vecinos de Les Corts en pie de guerra, como explica un artículo publicado en El Confidencial.
Las asociaciones de vecinos de los alrededores del Camp Nou han expresado su creciente descontento con el club y las autoridades locales, denunciando que los trabajos de construcción han sobrepasado los horarios establecidos, rompiendo promesas y perturbando la vida cotidiana de los residentes. Anna Ramón, presidenta de la Asociación de Vecinos del Camp Nou, ha sido una de las voces más críticas, relatando cómo los ruidos y el polvo generados por las obras han afectado gravemente su bienestar. “Ellos tienen prisa, pero generaban sonidos que se te metían en el cerebro y afectaban tu salud”, explica Ramón quejosa por lo que han de soportar ante la impunidad con la que opera el club azulgrana: “Acordamos unos horarios para trabajar en el estadio que fueran de 8:00 de la mañana a 20:00 de la tarde y que el ruido no se alargase hasta más de las 20:00”.
“Se han saltado los horarios y las promesas”
“Sin embargo, a los 10-12 días ya tuvimos que estar llamando sin parar a la Guardia Urbana y mandando vídeos a los responsables del distrito de Les Corts porque se estaban saltando sus promesas y hacían ruido a la 01:00 de la madrugada”, añade la representante de la asociación vecinal. “Había ruido, luces encendidas, camiones entrando y saliendo… en definitiva, han hecho lo que les ha dado la gana”, remarca.
— CampNou Updates Live (@Obras_Camp_nou) September 19, 2024
Los vecinos denuncian: “El Barça en Catalunya es Dios y no se le puede tocar”
Las asociaciones vecinales han comparado su lucha con la de los residentes cercanos al Santiago Bernabéu en Madrid, quienes han mostrado un enfoque similar al de los vecinos del Camp Nou al defender que los estadios no han de ser centros de eventos masivos si ello perjudica la convivencia. Sin embargo, en Catalunya, los vecinos consideran que la magnitud de los privilegios del FC Barcelona ha superado cualquier barrera. Como resume Anna Ramón, “Laporta habló en una entrevista en RAC1 hace poco y dijo que si no acababan las obras en diciembre para que entrasen esas 60.000 personas (de la primera y segunda grada, la tercera estará más tarde), era por culpa de los vecinos. Cuando lo escuché… aluciné, porque se han pasado los horarios y los acuerdos por el forro trabajando hasta la una de la mañana, Laporta mintió”. Y se lamenta: “El Barça en Catalunya es Dios y no se le puede tocar. En un mes tenemos una nueva reunión. De momento están respetando los horarios ahora, aunque se lo pasaron el pasado fin de semana. Si no respetan los horarios, volveremos a denunciarlo y a quejarnos”.
Las denuncias por trabajar fuera del horario acordado se han multiplicado, pero la ínfima multa a pagar (hasta 300 euros) pesa menos que la urgencia del Barça y de Limak por volver al Camp Nou, con el apoyo de las autoridades: el traslado temporal a Montjuïc, donde la respuesta de los abonados ha sido mínima, representa una pérdida estimada en 100 millones de euros anuales, según declaró recientemente Joan Laporta. A esto se suma que, la temporada pasada, el club se vio obligado a reducir el precio de los abonos al notar el descontento de los socios con el cambio al estadio olímpico, lo que afectó las previsiones iniciales. Además, cada mes de retraso en las obras del Camp Nou aleja al club de la posibilidad de organizar conciertos, eventos y espectáculos que actualmente se celebran en otros recintos, sin que el Barça obtenga ningún beneficio. La capacidad de utilizar el estadio propio para maximizar ingresos es clave para mejorar las finanzas del club azulgrana, muy tocado económicamente.
Este conflicto entre los vecinos y el club revela una vez más la tensión latente entre el FC Barcelona y la comunidad que lo rodea. Mientras el club azulgrana sigue adelante con su proyecto faraónico, los vecinos no dejan de preguntarse: ¿hasta cuándo podrá el Barça actuar con esta impunidad?
