El Espanyol salió de San Mamés con una derrota que duele más allá del resultado, y es que el contundente -y hay que decir que justo- 4-1 ante el Athletic Club no solo dejó tocado al vestuario, sino también a una afición que comienza a preocuparse por la deriva del equipo. La diferencia entre ambos conjuntos se hizo evidente desde el primer minuto, con el Athletic imponiendo su ritmo y mostrando una superioridad tanto táctica como física. Mientras el Espanyol se mostraba impreciso y falto de contundencia, los leones aprovechaban cada oportunidad para hacer daño. Valverde superó con claridad a Manolo en la pizarra, explotando las debilidades defensivas de los pericos y controlando el centro del campo con una presión asfixiante. La falta de respuesta del equipo blanquiazul fue notoria, y el 4-1 final reflejó la diferencia real entre ambas escuadras.

Un auténtico baño de realidad que demuestra las vulnerabilidades del equipo cuando no logra dar el 100%. Así lo dejó claro Manolo González al término del encuentro, reconociendo sin morderse la lengua que los pericos son fácilmente superables si la actitud no es la adecuada, especialmente contra rivales del nivel del Athletic, que bajo la dirección de Ernesto Valverde se mostró como un equipo muy bien trabajado.

San Mamés, conocido por ser un escenario complicado para cualquier rival, se convirtió en una trampa mortal para los pericos. La falta de actitud adecuada sobre el verde y la superioridad táctica del Athletic dejaron en evidencia las carencias del Espanyol. Valverde, con su experiencia, desnudó a los blanquiazules y demostró que cuando Manolo González erra en su planteamiento y no encuentra respuestas sobre el terreno de juego, el desastre está servido.

De todos modos, la situación del Espanyol no es responsabilidad exclusiva ni de los futbolistas ni del banquillo. El mercado de verano dejó claro que los refuerzos, aunque trabajados por un Fran Garagarza obligado a moverse entre una competencia por fichar feroz con los bolsillos vacíos, no han sido suficientes para armar un equipo competitivo. Y aquí surge el nombre de Chen Yansheng. La falta de inversión de la propiedad está dejando al club a la deriva, sin el respaldo financiero necesario para sostener un proyecto deportivo sólido. La apuesta por sobrevivir sin reforzar al equipo parece una estrategia arriesgada, si no suicida. La sensación de que Chen está jugando con fuego se hace cada vez más palpable entre la afición, que pese a dar apoyo incondicional a sus futbolistas es consciente de que el año va a ser extremadamente duro a causa de la inacción del propietario de la entidad.

El duro camino hacia la supervivencia
El Espanyol se encuentra en una auténtica encrucijada. La derrota en San Mamés no es solo un tropiezo puntual, sino un aviso de que la lucha por la permanencia será más dura de lo esperado. El equipo necesita recuperar su identidad y actitud cuanto antes, comenzando por demostrar que puede competir contra rivales de mayor entidad. El futuro de Manolo González y la estabilidad del proyecto están en el aire y lo que ocurra en las próximas semanas marcará el rumbo de un equipo que, si no reacciona a tiempo, podría encontrarse atrapado en el abismo. La derrota deja al Espanyol a solo dos puntos del descenso, un margen que podría reducirse a uno si el Valencia vence a la UD Las Palmas en la próxima jornada. Con un calendario en el horizonte que incluye choques de alta exigencia contra el Sevilla, el Barcelona y el Valencia antes del tercer parón de la temporada, llega el momento en el que se puede poner una prueba si la confianza del club en Manolo González es real, si se llega a un escenario con el equipo cayendo a zona peligrosa.

