El Espanyol atraviesa uno de sus momentos más complicados en lo que llevamos de temporada, como explica el dato que lleva cinco derrotas en los últimos seis encuentros sumando sólo tres de los últimos 18 puntos posibles. El equipo blanquiazul, que parecía ofrecer un destello de esperanza con su victoria sobre el Mallorca, parece ahora hundido en una dinámica a la que resulta difícil vislumbrar una salida a corto plazo. A estas alturas, lo que preocupa no es únicamente el bajo nivel de la plantilla sino también la visible sensación de un Manolo González impotente ante la realidad que enfrenta: la de un equipo desprovisto de refuerzos de calidad y que parece inevitablemente condenado a vivir una campaña de constante sufrimiento.
Como preveíamos en este medio durante la pretemporada, el esfuerzo de Fran Garagarza por dar forma a una plantilla competitiva con presupuesto cero resulta insuficiente. La pérdida de calidad en el equipo, que ya tuvo serias dificultades el año pasado para ascender a Primera, se está haciendo evidente jornada tras jornada. Está claro que la decisión de Chen Yansheng de no invertir en fichajes ha dejado al Espanyol en una situación crítica, y el viernes pasado, aunque de manera aún tímida si tenemos en cuenta la situación, se oyeron muestras de protesta en su contra. Su mano derecha en Barcelona, Mao Ye, parece sortear las críticas a pesar del descontento de buena parte de la afición perica.
El inminente calendario no da respiro: el Espanyol se enfrenta a un partido complicado en Montjuïc contra el Barcelona, que llegará en un excelente estado de forma como demostró anoche ante el Real Madrid, seguido de encuentros cruciales ante Valencia y Girona. Estos últimos resultan fundamentales antes de adentrarse en una serie de partidos en los que, teóricamente, el equipo debería aprovechar para sumar puntos y alejarse de la zona de descenso. Sin embargo, la gran incógnita es si la directiva, que se enfrenta al escrutinio de los aficionados, optará por culpar al entrenador, presionando a Manolo González como cabeza de turco para cubrir los errores de gestión. Porque, como siempre en el fútbol, el entrenador es el eslabón más débil y fácil de sacrificar.
La situación actual del Espanyol no es más que el reflejo de una gestión errática y caótica que comenzó hace unos años tras la salida de Rubi y que parece no tener fin. Como bien señalaba el analista “pedritonúmeros”, los datos son demoledores: desde la clasificación europea en 2019, el Espanyol solo ha ganado 26 de 125 partidos en sus últimas cuatro temporadas en Primera división, con 36 empates y 63 derrotas. Las cifras no mienten; el equipo no levanta cabeza, y sin cambios radicales, el panorama para los pericos parece sombrío.
El Espanyol no levanta cabeza desde su clasificación europea en 2019.
El Espanyol sólo ha ganado 26 de 125 partidos en sus 4 últimas ligas de Primera (36 empates y 63 derrotas).
— Pedro Martin (@pedritonumeros) October 25, 2024
Ahora la incógnita es, ¿apostarán la propiedad y la directiva por dar un giro real a la situación o volverán a camuflar su propia inoperancia con la destitución del entrenador, la que sería la enésima de la era Rastar?
