En tiempos en los que el Espanyol vive una de sus temporadas más inciertas, la afición perica sigue dando una lección de lealtad y compromiso, alcanzando un hito significativo en asistencia al RCDE Stadium. El pasado viernes, a pesar de la difícil situación deportiva e institucional y un clima adverso, el estadio registró más de 23.000 espectadores para el partido frente al Sevilla, en concreto 23.656 fieles fueron los que desafiaron el horario, el mal momento de resultados deportivos y lo incierto de la climatología para estar al lado de los de Manolo González. Con esta cifra, la media de asistencia de la temporada 2024-25 ya se perfila como la más alta desde 2011, lo que muestra la pasión y resiliencia de los pericos, aunque no falten señales de disgusto por la situación del club.
El encuentro, que terminó en derrota para los de Manolo González tras un 0-2 a favor del conjunto sevillista, fue escenario de un primer tiempo gris y desalentador para el Espanyol. Los pericos, con esta caída en casa y tras perder también en Bilbao, acumulan dos derrotas consecutivas, con un solo triunfo en los últimos seis encuentros, que han encendido las alarmas y han hecho aflorar las dudas sobre la capacidad del equipo para remontar el vuelo en un año donde la permanencia es más que un objetivo, una obligación.
La grada de animación mostró un descontento creciente que se hizo palpable a medida que avanzaba el partido. Tras el segundo gol sevillista, que cayó justo antes del descanso, los cánticos de protesta se hicieron más fuertes, dirigiéndose al palco en clara señal de desacuerdo con la gestión del presidente Chen Yansheng. La propiedad y la directiva se convirtieron en el blanco de las críticas, repitiendo un patrón que ha sucedido sucediendo cuando los resultados no acompañan. Este desencanto es algo recurrente y se intensifica con cada paso en falso de un Espanyol que parece alejado de las aspiraciones de una afición fiel y exigente como la blanquiazul.
Más allá de los resultados, la cifra de asistentes en el RCDE Stadium refleja el peso de la afición como activo fundamental del club. Su compromiso permanece inquebrantable, mostrando que la conexión con el equipo va mucho más allá de lo deportivo. Pero la paciencia de los seguidores tiene un límite, y los cánticos del viernes demostraron que este enfado latente puede ir en aumento si no se toman medidas para reconducir una situación previsible por otra parte tras la decisión de su propietario de detener la inversión en el proyecto deportivo.
Con una base de seguidores que respalda de forma incondicional, el equipo sigue contando con un apoyo mayoritario en las gradas, algo que otros clubes en circunstancias similares envidiarían. Sin embargo, queda claro que esta fidelidad también conlleva una responsabilidad para el club, que deberá encontrar la manera de reconectar con una hinchada cada vez más exigente y menos dispuesta a aceptar esta situación.
