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Raúl Tamudo: “Cuando metí el Tamudazo lo que recordé fue que el año anterior nos habían cantado ¡A Segunda, a Segunda!”

Raúl Tamudo: del fútbol callejero al Espanyol, la historia de un goleador que desafió al destino narrada por su protagonista.

por La Grada
16 de noviembre de 2024
en RCD Espanyol

Una jornada de doble filo para el Espanyol: ganar lo afianza en la élite, perder abre el run-run

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Jot Down publica la entrevista que José Mª Albert de Paco y Álvaro Corazón Rural publica una entrevista con el ex jugador del RCD Espanyol Raúl Tamudo, realizada hace ya unos años eso sí, en la que hace un extenso repaso a su carrera y a sus avatares personales. El mítico 23, que explica como aprendió a jugar en la calle -“siempre se lo digo a mi hermano, no sé cómo podíamos jugar allí al fútbol. No paraba de pasar gente, coches. Las porterías eran los bajos de los coches. Como mis padres estaban siempre trabajando, pasábamos el día en la calle. Igual el fútbol nos salvó de otras tentaciones. Pero es una pena que se haya perdido el fútbol callejero. Ya no lo ves. Ni en Barcelona ni en Santa Coloma. Ahora es fútbol de escuela, donde se cuida mucho al niño. Antes era buscándote la vida y se aprendían muchísimas cosas. Creo que los futbolistas con un pasado callejero tienen un plus”, recuerda su prueba con el FC Barcelona, que podría haber acabado acmbiando el curso de la historia: -“Estaba en el Milán de Santa Coloma y en un partido en el campo de la Damm que perdimos 7 a 6, íbamos ganando 2-6. Marqué cinco goles y fallé un penalti, pero no me echaron la culpa [risas]. Apareció un hombre preguntando si estaba por allí mi padre. Lo encontró, dijo que era ojeador del Barça y me cogieron. Estuve un año entrenando con el Barça y con el Milán, dos días de la semana con cada uno. Hasta que llegó el verano y me dijeron que, para decidirse, tenía que ir a un torneo. Fui, marqué mis goles y al acabar me dijeron que estaban muy contentos y me iban a llamar para hacerme la ficha. Todavía no me han llamado [risas], ni siquiera para decir que no. En fin. Apareció entonces José Manuel Casanova y me dijo que me quería para el Espanyol. El Barça no llamaba y mi padre me recomendó que le dijera que sí a José Manuel. Yo tenía trece o catorce años y nos invitó a mis padres y a mí a comer para que cogiéramos confianza. Para mí eso ya fue emocionante, era ir a comer con el tío que fichaba a los jugadores del Espanyol. Recuerdo que me dio una tarjetita con su nombre y el escudo del club bordado en oro. Cuando fui al cole y le enseñé la tarjeta a los compañeros, me decían ‘Tío, ¡ya tienes la vida resuelta!’. Yo pensaba que flipaban. Y luego mira, muy equivocados no estaban”.

Tamudo hacía un encendido elogia del considerado padre de la cantera perica: “Todos los de mi generación salimos gracias a José Manuel Casanova. Creo que no iba ni a casa a dormir, estaba todo el día viendo fútbol. Andaba por el Málaga haciendo lo mismo. Tenía controlado el mercado de futbolistas jóvenes de toda España. Porque antes el Espanyol no tenía cantera. Un día entrenábamos en el campo del Polígono Gornal, otros días íbamos a los campos de las casas baratas de la Zona Franca. Salía de mi casa a las cinco de la tarde y volvía a las once. Cogía el 38, nunca se me olvidará el número porque muchas veces había gente en el autobús metiéndose caballo. Hacía el trayecto solo cada día con quince años. Si nuestros padres lo hubieran visto igual no nos habrían dejado. Luego se hizo la Ciudad Deportiva y daba gusto ir a entrenar allí”.

El delantero formó parte de una generación inolvidable: “Jamás saldrá una hornada como esa. No solo futbolísticamente, sino a nivel humano. Se formó un grupo muy fuerte, de amigos; la mayoría habían coincidido en el juvenil. El primero que subió fue Soldevilla. Le expulsaron porque lo primero que hizo nada más salir fue darle una hostia en San Mamés a Alkiza o Julen Guerrero, no sé cuál. Lo que vimos fue que si él podía llegar, los demás también. En lo personal, mi mejor amigo fue De Lucas. Congeniábamos muy bien. Él ponía la cara y yo… digamos que me lo pasaba muy bien a su lado [risas]. Una vez en un aeropuerto un montón de japoneses lo confundieron con Ricky Martin. Se acercaron a él gritando… yo me descojonaba”.

El debut de Tamudo en LaLiga, respondió anotando un gol vital para el equpo em Alicante:  “Íbamos perdiendo, la cosa se iba a poner mal, no sé si hasta para meternos en puestos de descenso. Me dio la señal Paco Flores para que me pusiera a calentar y me soltó: ‘No tengo nada que decirte, ya sabes lo que tienes que hacer’. Iba a jugar. Estaba nerviosísimo. Salí, tuve una ocasión nada más entrar y la fallé. Me dije: ‘Vale, ya no vuelvo a jugar más en Primera división’. Y luego tuve la suerte en el minuto 80 de que me llegara un balón, hice una vaselina y entró. Gol. Para mí fue… vamos.

Su nombre va indisociablemente ligado al de su dorsal: el 23 de Michael Jordan: “Cuando vivía en Santa Coloma siempre me quedaba a ver los partidos de la NBA. Mi padre no paraba de decirme que al día siguiente tenía que ir al colegio. Y yo contestaba que sí, pero que… Es que no me podía perder a Magic, a Jordan. Espectaculares, irrepetibles. En cuanto pude me cogí su dorsal. Hacer lo que hacía ese hombre era increíble, porque además lo hacía sabiendo que le estaba viendo todo el mundo, todo el planeta. ¿Cómo canalizaba todo eso?”.

Uno de los goles imborrables de Tamudo fue en Mestalla, en la final de la Copa del Rey de 2000: “Ese gol solo lo vi yo. La gente estaba sentándose o entrando en el campo, era el minuto uno. Se acabó una jugada, iba a sacar el portero. Me han dicho muchos que estuvieron allí que tuvieron que llamar a su casa para que les contaran qué había pasado. Vi que Toni tenía el balón, que lo botó y me dije: ‘Voy a meter la cabeza a ver qué pasa, como mucho me van a pitar falta’. Y la que lie. Toni estuvo enfadado conmigo mucho tiempo. Me dijo de todo en el descanso. Encima, cada vez que se juega la final de la Copa del Rey, en las previas, siempre repiten ese gol. Cuando subí al primer equipo, precisamente él fue de los que más me cuidó. A los dos días de conocerme me regaló un neceser… [risas]. Le dije: ‘Toni, si yo te hubiera tirado un penalti, ¿te lo habrías dejado?’. Pues esto es lo que hay. En su época había sido uno de los mejores porteros de España, pero también su posición, guardameta, es de las más complicadas que hay. A veces se ven solo los fallos”.

Un momento duro fue la decisión del club de enviarlo al Glasgow Rangers, un fichaje que por fortuna acabó frustrándose: “Cogí un avión de vuelta dos días después de la final de los JJOO de Sidney. El hematoma se hizo más grande por la presión. No debía flexionar la rodilla y toma: veinticuatro horas sentado sin poder estirar la pierna. Tenía al lado a Iván Pérez, el cubano de waterpolo, que es dos por dos, y me tenía encajonado. Me bajó el hematoma por la rodilla y me llegó al tobillo. Así fui a hacerme la revisión al Rangers y el médico me tuvo dos horas en la resonancia. Me dijo: ‘O te operas o te retiras del fútbol, tienes toda la rodilla reventada’. El tío pensó que se la quería colar el Espanyol, iban a soltar dieciocho millones de euros. Lo cachondo es que esa misma semana jugué y le metí un gol al Oviedo, al médico le echaron [risas]”. El presidente del Rangers me había hecho ir desde Barcelona en su jet privado. De los nervios me comí todos los sándwiches que había en ese avión. Era un vuelo de hora y media, engordé dos kilos. Y luego para volver, como no me habían fichado, me metieron en un low cost [risas]. No me quería ir. Estaba en un momento bueno en el Espanyol, estaba creciendo como futbolista. Mi representante me habló del fichaje mientras estaba concentrado en Puente Viesgo con la olímpica. Era un dineral lo que iban a darle al club. Yo les decía que no me iba. Y él: ‘Que es Dick Advocaat, terminarás en la Premier’. Pero yo me negaba. Joder, que son ocho equipos en Escocia, juegas cuatro veces con los mismos. ¿Y la ciudad, con todo cerrado a las cinco? Oye, soy de Barcelona [risas]. Y al final me sentaron los representantes y me dijeron: ‘Raúl, o te vas o tus compañeros no cobran’. ¿Y qué haces en una situación así? Aceptar, irme a casa y hacer las maletas. Por mis compañeros y por mí, que si no yo tampoco cobraba”.

Una polémica que envolvió a Ra´ñul Tamudo en su día fue la información, que resultó ser falsa, de que reivindicaba la oficialidad de la selección catalana?: “Me pidieron una foto para apoyar el deporte catalán, para que hubiera más dinero en el fútbol base, mejores instalaciones, etcétera. Cómo no me voy a sumar. Soy un deportista catalán. Lo que nadie me dijo es que mi foto se iba a utilizar para algo así. Acepté para apoyar el deporte catalán, nada relacionado con la política”. En su día, Josep Cuní reflexionó durante una entrevista a Pasqual Maragall sobre la posible inconveniencia de que fuera elegido catalán del año por no hablar catalán en público?: “No entro en esas cosas. Soy tan catalán como el que más, he nacido aquí. Si él opina eso, lo respeto”.

Otro partido oinolvidable de Tamudo fue la final de la Copa 2006 en Madrid, aunque la historia de aquel año estuvo a punto de acabar muy mal: “Fue un oasis en una temporada desértica. El Zaragoza venía de eliminar a sus rivales haciendo buen fútbol. De hecho, eran los favoritos; le habían metido seis al Madrid en las semifinales y antes habían eliminado al Atleti y al Barça. Pero no fuimos a Madrid pensando que íbamos a perder, la verdad es que teníamos un equipazo. Íbamos en el autocar por la Castellana y Pandiani empezó a cantar, le siguió Zabaleta y les seguimos todos. Alrededor teníamos unas treinta mil personas. Nos miramos y nos dijimos: ‘¿Vamos a perder, con toda la gente que hay? Imposible’. Mira [se señala el brazo], se me pone la carne de gallina. Saltamos al campo enchufados y nos benefició no ser favoritos; eso, y marcar en el minuto 4. Ellos empataron con gol de Ewerthon, pero poco después Luis metió el segundo y, ya en la segunda, con el tres a uno, lo vimos todo más claro. Pero luego teníamos partido contra el Betis en Liga jugándonos el descenso. Nos salvamos por la jugada del gol de Coro, casi me da un infarto. Aquel día a todos los jugadores nos pesaban las piernas quinientas toneladas. Es muy duro. La semana anterior se nos hizo larguísima. La responsabilidad era enorme. Pensar que podíamos fallar a toda la gente que nos seguía es una presión terrorífica. Durante el partido el Alavés iba ganando y estábamos en Segunda en el minuto 85, con la Real que no paraba de atacarnos. Yo estaba desesperado. Minuto 89. ‘¿Qué podemos hacer, qué podemos hacer?’. Terrible. Y de repente, gol. Madre mía, qué alegrón. Lloré por la tensión. Qué mal se pasa. Estuve una semana entera en estado de shock. Agotado, me dolía todo, y psicológicamente hecho una mierda. Creí que nunca más iba a volver a vivir nada así y años después me tocó marcar el gol del Rayo”.

De todos modos, su gol más recordado es el Tamudazo en el Camp Nou: “¡Cada día me lo recuerda alguien por la calle! Da igual donde esté. Cuando estuve en el Pachuca, en México, fuimos a jugar un partido a Los Ángeles y allí todos eran del Madrid o del Barça. Uno me decía: ‘Ehhh, nos jodiste la Liga, nos jodiste la Liga’. Y otro: ‘Gracias, tío, ¡nos diste la Liga!’. ¡Hasta en Dubái! Fui a Emiratos Árabes y en el control de pasaportes un empleado me dijo algo muy entusiasmado. Pedí que me lo tradujeran: ‘Dice que les jodisteis la Liga’. Siempre digo lo mismo: cuando marqué el segundo gol no sabía lo que estaba pasando. Si el Madrid iba a ganar la Liga o qué. Y, más que joderle la Liga al Barcelona, lo que pensaba era en que había marcado en el Camp Nou, que habíamos empatado, que superaba a Marañón como máximo goleador del club y que el año anterior nos habían cantado: ‘¡A Segunda, a Segunda!’. Acabó el partido, entré en el vestuario y alguien me dijo ‘Madre mía, la que has liado’. Por fin me enteré [risas]. Se agotaron las camisetas con mi nombre, me llegaron mensajes de todos lados… Y yendo por Barcelona, la gente te decía cosas que… en fin, yo lo comprendo”.

Su última pretemporada en el Espanyol coincidió con la muerte de Dani Jarque: “Pohettino nos había dado la tarde libre y fuimos a dar una vuelta por Florencia. Estábamos concentrados donde suele hacerlo la selección italiana. Dani se quedó en la habitación. Al volver al hotel notamos que ocurría algo. Abrimos la puerta de la habitación y lo vimos… No se me olvidará en la vida. Llamamos a una ambulancia, intentaron reanimarlo. Fue el momento más doloroso que he vivido. Un compañero con el que habías entrenado por la mañana”.  Precisamente Jarque había reemplazado a Raúl Tamudo como capitán del primer equipo: “Fue una decisión del entrenador, Mauricio Pochettino. Él creyó que lo mejor para el equipo era que Jarque fuera el capitán y yo le cedí el brazalete. El entrenador tiene que tomar decisiones y hace lo que cree que conviene al equipo. Yo no estaba de acuerdo con su criterio, pero no quería que la entidad saliera perjudicada. Lo mejor era irme”. Aún es recordada aquella rueda de prensa en que Germán de la Cruz y Ramón Planes afirmaron que el club había tratado de que recuperara el brazalete y que él lo había rechazado: “Es doloroso que tu propia gente, después de tantos años, ponga en duda tu compromiso con el club. No me lo esperaba, la verdad. Para mí era surrealista que estuviera sucediendo algo así. Ahí están los números, el rendimiento y, sobre todo, una afición que siempre que tiene ocasión me muestra su cariño, como el día del homenaje”.

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