Girona y Espanyol se enfrentarán este sábado en Montilivi en el que actualmente se ha consolidado como el otro gran derbi catalán de LaLiga EA Sports, además del que incluye e la ecuación al FC Barcelona. Un partido que, además de los puntos, acarrea implícito un valor histórico, deportivo y emocional que se caracteriza por los éxitos recientes del conjunto gironí y la crisis prolongada en el seno del Espanyol.
El Girona: de modesto a aspirante europeo
El ascenso meteórico del Girona, liderado por el capital de su propiedad, la gestión de Quique Cárcel en los despachos y el buen hacer de Míchel en el banquillo, lo ha consolidado como una potencia emergente en el fútbol nacional. Su clasificación para la Champions League este año representa un hito que, paradójicamente, una vez fue el sueño de Chen Yansheng para el Espanyol, pero que nunca se cumplió; una más de las muchas promesas incumplidas por el Grupo Rastar.
Los números y el presente del derbi
En el terreno de juego, la balanza también ha cambiado. El Girona ha ganado tres de los últimos cinco derbis catalanes en LaLiga, empatando uno y perdiendo solo otro, un récord que supera sus resultados históricos frente a los pericos.
Los números no han sido tan buenos para el conjunto perico, que no se ha impuesto en un derbi catalán desde abril de 2019, cuando ganó al Girona en Montilivi por 1-2. Desde entonces, tiene cinco derrotas y cuatro empates en partidos con otros equipos de Catalunya, lo que no habla precisamente bien de un equipo que sigue buscando recuperar su posición en el fútbol catalán y español.
Rivalidad y desconciertos
Paralelamente a este cambio de estatus, las relaciones entre ambos clubes y sus seguidores se han tensado en los últimos años. La consolidación del Girona en Primera ha motivado su intención de quitarle al RCDE el título de “segundo club de Catalunya”, algo que evidentemente molesta profundamente al entorno blanquiazul. Esta competitividad ha estado teñida de tensiones, exacerbadas por la presencia de figuras controvertidas como Jaume Roures y por una parte no precisamente pequeña de la afición gironina que comparte simpatías con el FC Barcelona, acentuando el antiperiquismo.
La relación, antaño cordial, se ha deteriorado quien sabe si irremisiblemente. Hace apenas unos años, el Espanyol era un aliado natural del Girona. Durante los tiempos difíciles del club rojiblanco, el Espanyol no dudó en tender la mano, cediendo jugadores como Ángel Martínez, Cristian Gómez, Carlos Clerc o más recientemente Pol Lozano, y participando regularmente en el torneo de verano Girona-Costa Brava.
Francesc Rebled, ex presidente del Girona, recordó recientemente esa generosidad perica: “Cuando nos encontramos con un tope salarial muy limitado, el único equipo que nos quiso ayudar fue el Espanyol y su entonces presidente, Joan Collet, que nos cedió jugadores”.
El presente marca la pauta
Hoy, con el Girona compitiendo en Champions y el Espanyol luchando por evitar el que sería un tercer descenso a Segunda en una década, las dinámicas han cambiado. Montilivi recibirá a un Espanyol necesitado, mientras los locales, aunque con mayor tranquilidad clasificatoria, no renunciarán a lograr un triunfo que afiance su estatus en el fútbol catalán.
Las dinámicas, la historia y las rivalidades pesan pues en este derbi catalán, pero el fútbol siempre da nuevas oportunidades. ¿Será este sábado el momento de redención para el Espanyol o una confirmación del recientemente adquirido poderío del Girona?
