Montilivi se convirtió en el escenario de una de las noches más oscuras de la historia reciente del RCD Espanyol. La humillación sufrida frente al Girona ha sido el detonante final para una afición que ha dicho basta. La paciencia se ha agotado, y las miradas ya no sólo señalan al banquillo o al campo, sino que apuntan directamente a los despachos de un club que parece estar cayendo en picado, sin rumbo ni respuestas mínimamente creíbles.
Desde La Grada Online llevamos meses alertando sobre lo que ahora parece una evidencia. Pese a las críticas de quienes nos acusaron de agoreros, ya en verano advertimos de que la confección de esta plantilla generaba más dudas que certezas. Hoy, esas malas sensaciones se han confirmado, y nos encontramos ante lo que muchos consideran, sin exagerar, el peor Espanyol de la historia.
Garagarza, sin recursos ni soluciones
La figura de Fran Garagarza, director deportivo, queda en entredicho. Es cierto que el vasco no ha contado con respaldo económico para confeccionar una plantilla en condiciones por parte de Chen Yansheng, un propietario que parece haber adoptado una postura de indiferencia a 12.000 kilómetros de distancia y como si de un moderno Nerón se tratase, contempla impasible cómo su obra arde y queda en ruinas. Sin embargo, también es responsabilidad de Garagarza no haber convencido al máximo mandatario de la necesidad urgente de invertir, ni tampoco haber tomado la decisión más digna en estas circunstancias: renunciar al cargo.
A su favor queda, al menos, el hecho de haber dado la cara tras el desastre, tanto en Montilivi como en San Adrià. No se puede decir lo mismo del CEO, Mao Ye, quien permanece en su torre de cristal, ofreciendo declaraciones tan absurdas como desconectadas de la realidad que vive el club.
Manolo González, el eslabón más débil
El futuro de Manolo González pende de un hilo. Pese a que el entrenador ha trabajado con lo poco que le han dado, también tiene su cuota de responsabilidad y su continuidad parece difícilmente sostenible. Garagarza nunca confió plenamente en él y ya en verano tuvo en mente a Sergio González como su relevo, una operación frustrada en aquel momento por una intervención quirúrgica del técnico catalán podría activarse ahora. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿servirá de algo cambiar de técnico si el club no refuerza la plantilla en el mercado de invierno?
El verano pasado se optó por cesiones de bajo coste que han resultado ser un fracaso absoluto. Sin refuerzos de calidad, el futuro no pinta nada esperanzador, y Sergio, o quien sea que asuma el timón, se enfrentará a una tarea casi imposible.
La propiedad, el verdadero problema
El descontento de la afición perica va más allá de nombres concretos. El gran señalado es Chen Yansheng, cuya gestión negligente ha puesto en jaque el futuro del club. La incapacidad del propietario para aceptar alguna de las ofertas de compra que han llegado a su mesa durante los últimos años es, para muchos, el mayor acto de irresponsabilidad de su mandato.
La nostalgia por los años de mediocridad estable en Primera división, donde al menos el descenso no era una amenaza constante, contrasta con la cruda realidad actual. La sombra de un tercer descenso bajo la era Rastar se cierne sobre el Espanyol, y esta vez, parece más una cuestión de cuándo, que de si ocurrirá si no hay cambios radicales.
Un ultimátum al futuro
La humillación en Montilivi es ciertamente más que una derrota; es un símbolo de lo que este club no puede permitirse ser. O la propiedad reacciona, o los despachos asumen su responsabilidad, o este equipo será recordado como el que llevó al Espanyol al abismo. La afición ha hablado, y su mensaje es claro: ya no hay tiempo para excusas, sólo para soluciones reales.
