La situación del RCD Espanyol se agrava jornada tras jornada. Con solo tres victorias, un empate y nueve derrotas en lo que va de Liga, el equipo ha caído en zona de descenso tras encadenar cuatro tropiezos consecutivos. Urge una reacción, y el próximo partido ante el Celta de Vigo, en el RCDE Stadium, se presenta como una auténtica final. Pero el interrogante persiste: ¿es esta crisis culpa de un banquillo que no da la talla o de una plantilla mal confeccionada?
Manolo González, entre la espada y la pared
Manolo González, que fue el gran artífice del retorno del Espanyol a Primera división la temporada pasada, está viviendo su momento más delicado como entrenador perico. La afición blanquiazul, cansada de ver a su equipo deambular por el campo sin ideas ni garra, se divide entre quien apunta al banquillo. Sin embargo, hay quien consideran que la verdadera raíz del problema radica en una plantilla limitada y construida con condicionantes impuestos a la dirección deportiva por la propiedad.
El duelo ante el Celta no solo será clave para las aspiraciones del equipo en la tabla, sino que también servirá como plebiscito. La grada del RCDE Stadium será un termómetro de cómo percibe la afición la gestión de Manolo González y del club.
Una plantilla de parches y cesiones
La configuración del equipo ha sido, sin duda, controvertida. Fran Garagarza, director deportivo, acató la directriz llegada desde China por parte de Chen Yansheng de no realizar fichajes que supusieran un coste económico, apostando por un modelo basado en cesiones. El resultado ha sido una plantilla poco homgoénea, sin apenas continuidad en sus líneas y con refuerzos que están ofreciendo un rendimiento muy irregular.
La llegada de jugadores como Alex Král o Marash Kumbulla generó expectativas entre una afición la blanquiazul con ganas de ilusionarse tras el ascenso, pero el rendimiento global no ha estado a la altura de una competición tan exigente como la Primera división. Las carencias en puestos clave, sumadas a un fondo de armario insuficiente, han terminado por lastrar al equipo.
¿Un chivo expiatorio?
A pesar de las críticas a la planificación deportiva, es Manolo González quien está en el punto de mira. Porque en el fútbol, y se trata de una ley no escrita, cuando los resultados no llegan el entrenador suele ser el primero en pagar los platos rotos. Es innegable que el equipo muestra una preocupante falta de identidad y una alarmante debilidad en defensa y que arriba los nuevos fichajes están peleados con el gol pero también es cierto que el técnico trabaja con recursos muy limitados.
El partido del sábado será decisivo. Si el Espanyol no logra imponerse al Celta, las posibilidades de que Manolo González continúe en el banquillo del Espanyol podrían esfumarse. Sin embargo, cambiar de entrenador no resolverá el problema estructural de un equipo que parece diseñado para intentar sobrevivir en la categoría, pero no para competir con garantías.
El veredicto de la afición
El RCDE Stadium se prepara para dictar sentencia. La afición sabe que el futuro del club está en juego y las miradas estarán puestas tanto en el verde como en el banquillo y el palco, donde la directiva deberá asumir su cuota de responsabilidad si las cosas no cambian.
El Espanyol, en una situación muy comprometida, necesita algo más que una victoria: requiere un golpe de timón, una reflexión profunda y decisiones valientes. La pregunta es si estas llegarán a tiempo. Por ahora, el balón está en los pies de Manolo González… y en la voz de la afición.
