En una noche de fervor y justicia poética, el RCDE Stadium vivió momentos que quizás marcarán un antes y un después en el futuro inmediato del Espanyol. En el partido en el que Manolo González se jugaba el cargo, la afición perica dejó clara su postura y salió al unísono en defensa del técnico gallego, enarbolando el sentimiento blanquiazul no solo en el campo sino también en el apoyo incondicional desde la grada.
Aquí la pasión por Manolo tres veces se elevó con gritos en Cornellà-El Prat. No fueron simples cánticos, sino un rotundo plebiscito a favor del técnico que devolvió al Espanyol a la élite en la pasada temporada. Y si esto pasó en las graderías, sobre el campo se despejó cualquier atisbo de duda referido a una supuesta lejanía entre el vestuario y su míster. Con esto se desmintieron las insinuaciones infundadas de que se le pudiese estar haciendo la cama al caurelao.
Una advertencia al palco
El respaldo de la afición fue más allá de Manolo González. Los gritos de apoyo al técnico llevaban implícito un mensaje dirigido a la cúpula del club, especialmente al presidente Chen Yansheng, que sí fue objeto de abundantes cánticos reclamando su marcha, y al director deportivo Fran Garagarza. La grada dejó claro que no tolerará decisiones apresuradas ni planes de destitución en un proyecto que, desde el ascenso, recae en gran parte sobre los hombros de Manolo González.
Sin fichajes de renombre ni refuerzos que garanticen tranquilidad, el técnico gallego está logrando competir en un año marcado por la austeridad y la lucha por la permanencia. Su continuidad no solo representa un símbolo de estabilidad, sino ya de necesidad para un club que en él ha encontrado un faro en medio de la tormenta.
Más que un entrenador
El plebiscito vivido en el estadio confirma que Manolo González es ahora mismo mucho más que el entrenador del Espanyol. El gallego, para la afición blanquiazul, representa el espíritu de un club que lucha contra viento y marea; su permanencia ya no es una cuestión estrictamente deportiva sino emocional, reflejo de valores que han mantenido al Espanyol en pie durante los momentos más críticos.
La pelota está ahora en el tejado de Chen y Garagarza. La grada ya ha hablado: Manolo no se toca. Cualquier movimiento en contra del técnico será leído como un desprecio a la afición y a los valores que definen a este club centenario. Por ahora, el técnico gallego puede respirar tranquilo. Y con él, toda una afición que demostró que sabe leer perfectamente las situaciones que afectan al equipo y al club, un Espanyol donde el corazón y la lealtad siempre van cogidos de la mano.
