El partido de este lunes frente al Getafe puede marcar un punto de inflexión en el futuro de Manolo González como entrenador del Espanyol. El técnico gallego, que logró un respiro con la buena victoria ante el Celta de Vigo el pasado fin de semana, se enfrenta ahora a un nuevo examen con la continuidad en el banquillo en juego. La victoria ante el cuadro vigués, con el equipo espanyolista haciendo gala de carácter y también de compromiso, como sabedor de lo que se jugaba Manolo en el envite, supuso un bálsamo para un técnico que había llegado al encuentro rodeado de rumores sobre su posible destitución.

La desconfianza de Garagarza
No es ningún secreto que el director deportivo del club, Fran Garagarza, ya había sondeado a varios entrenadores como alternativa ante la posibilidad de un desenlace desfavorable contra el Celta. Sin embargo, el resultado positivo y las ovaciones provenientes de la grada del RCDE Stadium durante el partido parecían otorgar a Manolo una vida extra. Fue un respaldo popular que contrastó con la desconfianza que parece reinar en los despachos, donde no es ningún secreto que Garagarza nunca ha sido un defensor convencido del técnico.
De hecho, la llegada de Manolo al banquillo de Primera división no estuvo exenta de dudas. Tras el ascenso, su continuidad pendía de un hilo, condicionado por los problemas físicos de Sergio González, quien era el principal candidato a asumir el proyecto. Ahora, el nombre de Sergio vuelve a sonar como alternativa para liderar al equipo en caso de que Garagarza decida apretar el botón rojo y provocar un cambio en el banquillo.

Manolo se harta
Aunque el triunfo sobre el Celta reforzó la posición de Manolo González, la inesperada eliminación del modesto Barbastro reabrió el debate interno. La derrota planteó dudas no sólo sobre la capacidad del equipo para competir en dos frentes sino que también dio argumentos a quien, desde dentro del club, apuesta por un cambio más pronto que tarde. El encuentro contra el Getafe se presenta, por tanto, como una auténtica final. Manolo González, que ayer en sala de prensa hizo un nuevo y brutal ejercicio de honestidad y sinceridad tras la eliminación de la Copa del Rey, en la que hubo que jugadores quedaron señalados, demostrando que se ha cansado de ser al único que se le exige mientras los futbolistas salen indemnes de la crítica, deberá demostrar que su equipo es capaz de mantener la intensidad y el espíritu mostrados ante el Celta, a la vez que recupera la confianza perdida tras la debacle copera. Después de que el técnico, visiblemente molesto, lanzase varios mensajes directos a sus jugadores, apuntando que no está dispuesto a seguir siendo el parapeto de un equipo que no responde en el campo, la presión ahora recae sobre los jugadores, que deberán responder en el próximo compromiso para cambiar el rumbo.

Mientras la afición, consciente de las limitaciones con las que está llevando a cabo su trabajo sigue respaldando mayoritariamente al entrenador, para la directiva, en cambio, podría ser la última prueba antes de tomar una decisión que cambiaría el rumbo de la temporada. Si será éste el partido que consolide y refuerce la figura de Manolo o que abra las puertas a una nueva etapa en el banquillo perico sólo lo dirá el tiempo, y habrá que esperar a este lunes en que se puede escribir una página crucial en la historia reciente del Espanyol.
