El RCD Espanyol afronta dos encuentros cruciales esta semana, con el fin de cerrar el año fuera de la zona de descenso. El primero será este miércoles en el RCDE Stadium ante un Valencia CF en crisis absoluta y el segundo llegará el fin de semana contra una UD Las Palmas en clara trayectoria ascendente desde la llegada de Diego Martínez. Dos rivales con historias y contextos opuestos, pero con algo en común: sus duelos ante los pericos marcarán su rumbo inmediato en LaLiga.

Valencia: un gigante desmoronado
El Valencia llega a Cornellà tras tocar fondo en Valladolid. La derrota en Pucela (3-0) ha dejado al equipo ché en la última posición de la tabla, con solo 10 puntos en 15 jornadas. Rubén Baraja, una figura inicialmente respaldada por la afición, sigue en el banquillo por un motivo ajeno al fútbol y a motivos estrictamente deportivos: Peter Lim, desde Singapur, no ha dado luz verde para pagar su finiquito, dejando al club en una situación de muerte en vida.

El Espanyol tiene ante sí una oportunidad de oro para sumar tres puntos que resultan vitales en su lucha por la permanencia. Ganar el miércoles no solo permitiría al equipo de Manolo González hundir a los valencianistas en la tabla, sino que también inyectaría confianza de cara al difícil duelo del fin de semana.
Las Palmas: el reencuentro con Diego Martínez
El domingo, el Espanyol viajará a Gran Canaria para enfrentarse a una UD Las Palmas que vive su mejor momento de la temporada. Desde la llegada de Diego Martínez, un técnico que dejó un amargo recuerdo en Cornellà, el equipo amarillo ha despegado en la clasificación con una propuesta renovada y efectiva.

El preparador gallego llegará sin duda a al partido del domingo con ánimo de revancha, tras ser destituido del Espanyol en 2023, cuando cerró su breve y también muy decepcionante etapa blanquiazul dejando al equipo en zona de descenso y lanzando reproches a sus dirigentes en su rueda de prensa de despedida. La UDLP, lejos de los aprietos clasificatorios de los blanquiazules, tratará de sacar partido a la presión que pesa sobre un Espanyol que ciertamente y pese a la magnitud del reto no puede permitirse regresar con las manos vacías de su viaje a Canarias.
Un miércoles de todo o nada
El duelo ante el Valencia será en este sentido fundamental. El Espanyol tiene que hacer del RCDE Stadium un fortín ante una afición blanquiazul que, cansada de decepciones, espera un rendimiento más sólido de un equipo que debe encontrar en sus hombres la chispa necesaria para salir adelante. Ciertamente, el reloj corre sin piedad y las oportunidades de salir del pozo comienzan a agotarse para los blanquiazules, que están desaprovechando demasiadas ocasiones en este sentido. Estos dos partidos que restan antes de las uvas definirán si el Espanyol es capaz de cerrar 2024 con esperanza o la amenaza del descenso sigue pendiendo como una espada de Damocles sobre el vestuario. Esto es algo que la plantilla y el cuerpo técnico pericos saben mejor que nadie: el margen de error a partir de aquí es ya cero.
