En una temporada marcada por las dificultades, el RCD Espanyol ha encontrado en Antoniu Roca (Martorell, 5 de septiembre de 2002) una de sus notas más positivas. Este joven extremo, criado en la cantera blanquiazul, se ha convertido en una pieza importante para los esquemas de Manolo González como prueba de que con confianza y trabajo, el talento joven puede destacar hasta en los momentos más complejos.
Con tan solo 21 años a sus espaldas, el jugador catalán supo aprovechar las oportunidades que le dio el técnico gallego logrando convertir las dudas iniciales en certezas. Este verano, el director deportivo Fran Garagarza trasladaba a diferentes directores deportivos de clubes interesados en él que su destino parecía estar lejos del RCDE Stadium a partir del mercado de enero. Pero Roca ha salido airoso de la dura tarea de ir a contracorriente, y ha dejado meridianamente claro que su concurso es imprescindible en una plantilla necesitada de frescura, velocidad y explosividad.

Roca ha sido el protagonista de esta semana en el Llobregat Blanc-i-blau, donde ha compartido su experiencia, su visión del fútbol y su papel en el Espanyol actual. En sus declaraciones, el futbolista ha compartido su satisfacción personal por su rendimiento, pero también su preocupación por la situación del equipo. “A nivel individual estoy contento porque creo que estoy pudiendo mostrar mis cualidades y siendo yo, la parte negativa es que los resultados a nivel colectivo no están saliendo”, expresó.
Un perfil versátil y en evolución
Definiéndose como jugador, Roca mostró su ambición y capacidad autocrítica: “Me gusta jugar por las dos bandas, tanto la derecha como la izquierda; un jugador que, como estoy demostrando, le gusta desbordar. Soy rápido, me está faltando un punto de pisar área. Puedo ayudar ahí al equipo, me está faltando y es el pasito que me falta dar”.
Una referencia perica en el horizonte
Aunque asegura no haber tenido ídolos futbolísticos, Roca destaca a un símbolo del Espanyol como su referencia: “A nivel del fútbol no he tenido, pero como referencia en el RCDE, Tamudo es un jugador que llegó de la cantera y en el que siempre te fijas”.
El salto a Primera: del respeto a la ilusión
Debutar en la élite es un sueño cumplido para el jugador, aunque admite el impacto inicial que supone: “Todo es a lo grande, pasas de jugar en el filial en campos a estadios alucinantes, ante rivales que siempre has visto en la tele. Al principio da respeto y cuesta, pero me lo tomo con ilusión. Aún hago vídeos cuando piso esos campos. Es lo que siempre has querido, y haberlo logrado es una satisfacción”.
Sobre las diferencias de competir en Primera división, Roca comentó: “Es otro ritmo, se nota, sobre todo los primeros partidos, es cosa de adaptación. Físicamente me veo bien, pero es cierto que soy un jugador rápido y explosivo y muscularmente sufro más. Me voy cuidando mucho todos los temas para no sufrir en este sentido”.
El factor mental como clave del éxito
Antoniu Roca subraya la importancia de mantener una mentalidad positiva y atrevida en el terreno de juego: “Lo asociaría al estado anímico o a algo que es muy importante, cómo estás mentalmente: si estás enfocado y sabes tus virtudes y defectos, hay más posibilidades de que te salga mejor”.
Conexiones en el vestuario
En cuanto a sus amistades en el equipo, destacó la cercanía con varios compañeros: “Omar y Fortuño, y cuando suben del filial Bauza y Catalá; Almansa también. También con los veteranos, Sergi Gómez, Cabrera, Jofre…”.
Jugadores que dejan huella
Finalmente, Roca reveló quiénes le han impresionado más durante su trayectoria: “Cuando acabé en juveniles e hice la pretemporada en el primer equipo, me sorprendieron Sergi Darder, Melendo, que les das un balón y no se la van a quitar, y también Raúl de Tomás, un jugador diferencial con mucho gol”.