Obviando como el Espanyol de Manolo González supo neutralizar al Real Madrid, que tampoco tuvo su noche, la prensa madrileña no ha tardado en centrar su atención en el colegiado Alejandro Muñiz Ruiz y en Carlos Romero tras su polémica jugada con Kylian Mbappé. Lo que parecía ser una jugada aislada ha provocado un torrente de críticas hacia el club blanquiazul. Los medios de Madrid no han sido suaves a la hora de calificar la acción, y han centrado su atención en el comportamiento del defensor del Espanyol, a quien han acusado de una agresividad innecesaria y de poner en peligro la integridad del astro francés con titulares como “entrada criminal” y “agresión brutal”.
Muchos son los que dicen desde la capital que Romero no debió estar en el campo para hacer el gol del triunfo, olvidando que siguiendo ese razonamiento pueril, el francés tampoco debió jugar el partido si recordamos como dejó el tobillo del jugador del Valladolid Anuar la pasada jornada.
Así, al tradicional maltrato de la prensa catalana al Espanyol se le suma ahora una nueva ola de críticas desde la capital, colocando al conjunto perico en el centro de la controversia. La situación es aún más irónica cuando, durante los últimos tiempos, el RCDE ha acumulado suficientes razones como para clamar contra el colectivo arbitral, especialmente después de decisiones polémicas que afectaron al equipo en diversas ocasiones.
Muñiz Ruiz, en el ojo del huracán blanco
Como decimos, la indignación merengue se centra en la decisión de no expulsar a Carlos Romero por una entrada por detrás cometida sobre Kylian Mbappé. Sin embargo, Manolo González fue claro al respecto: “La acción entre Romero y Mbappé está bien arbitrada”. En este sentido, el acta arbitral deja a las claras el motivo por el que el colegiado decidió enseñar únicamente tarjeta amarilla al autor del gol que dio la victoria al Espanyol en la recta final. El colegiado escribió que Carlos Romero fue amonestado “por derribar de manera temeraria a un contrario en la disputa de un balón”. Por tanto, al existir el intento de golpear la pelota de por medio, la jugada no era merecedora de tarjeta roja, según la interpretación arbitral. En el VAR se respetó el criterio del colegiado sobre una jugada dura, como admitió el mismo futbolista, pero que con el reglamento en la mano puede considerarse solo como cartulina amarilla.
