La contracrónica del Alavés – Espanyol, por Juan José Caseiro.
Invasión y victoria
El Pier de Santa Mónica, Los Ángeles, es el punto final de la conocidísima Ruta 66, cuyo inicio está en Chicago, en la confluencia de dos de las avenidas más conocidas de la ciudad. Travesía larga, llena de belleza y dificultades a partes iguales, donde bien se podría encontrar este RCDE en una de esas rectas infinitas, sin vegetación o personas que alteren el paisaje, pero con la esperanza de llegar a ver la noria del parque de atracciones que simbolizará nuestra salvación definitiva.
Nos mantuvo Joan, que va captando más adeptos que será difícil sacarse de encima, la defensa numantina de Omar alcanzó a un robusto Kumbulla y a Romero, menos acostumbrado a verse en estos frentes. Capítulo aparte para Cabrera, siempre destacado en guerras como esta.
Metido en faena, a Urko le dio hasta más relevancia jugar el final con calambres, Pol se llevó una amarilla que al árbitro se le cayó de la carpeta y Kral procuró descuidarse lo menos posible tras los últimos partidos.
La proporción de llegadas no se corresponde con el número de tiros y ahí aparecen de la mano Jofre y Puado, mientras Roberto gana enteros como imprescindible en el trabajo del que se favorece el resto del equipo.
Lo que llegaba del banco debía igualar o superar al sustituido y Milla, de nuevo, incumplió la regla, Roca, gol aparte, hizo la mejor o única jugada bien finalizada y Tejero con Calero, asistente y goleador, dan la razón a la decisión tomada por el entrenador.
La fortuna, esquiva tantas veces, nos hizo un guiño que bien merecemos. Jugadores que durante tiempo fueron segundos espadas, hoy acercan un poco más la permanencia. Sigue quedando mucho y habrá que celebrarlo en su justa medida. Quedan aún muchos “partidos de la muerte”, nuestros y del resto, que dan para una película. La que han visto este mediodía, tiene título: “Invasión y Victoria”.
Juan José Caseiro
