El Espanyol y el Girona se enfrentarán el próximo lunes en el RCDE Stadium en un duelo de máxima rivalidad y mucho morbo, que hay que destacar presenta un contexto radicalmente distinto al choque de la primera vuelta. Aquel partido en Montilivi fue, imposible olvidarlo, una verdadera pesadilla para los blanquiazules, que se llevaron de vuelta un durísimo 4-1 y quedaron anclados en la 19ª posición de la tabla, hundidos en plaza de descenso; mientras, el Girona, tras la victoria, se instalaba en la 7ª plaza y se permitía soñar con una Europa que divisaba desde la parte alta de la clasificación. Pero el tiempo ha pasado y la situación de ambos equipos han cambiado, para alegría del seguidor perico y frustración de los fieles del conjunto blanc-i-vermell.
El Girona atraviesa una crisis de resultados que lo ha alejado de su mejor versión. El equipo de Míchel apenas ha sumado 4 puntos de los últimos 21 posibles y ha perdido ante rivales como Sevilla (1-2), Rayo Vallecano (2-1), Athletic Club (3-0), Getafe (1-2) y Real Madrid (2-0). Su único triunfo reciente fue contra la UD Las Palmas (2-1) y lograron un empate ante el Celta (2-2) que servía para acabar con una mala racha de tres derrotas seguidas, aunque ese resultado no vino acompañado de las sensaciones necesarias que indiquen que están ya preparados para salir del bache. Las bajas han lastrado el rendimiento del equipo durante muchas partes del curso, pero incluso con la recuperación de efectivos, el Girona sigue lejos de encontrar su mejor juego, el que la pasada temporada lo convirtió con total merecimiento en el conjunto revelación de la categoría. Mientras el sueño de la Champions acababa convirtiéndose en una pesadilla, la ilusión europea se ha ido desvaneciendo jornada tras jornada, y ahora la prioridad parece ser estabilizarse y no verse arrastrado a la mitad baja de la clasificación.
Míchel, un técnico que deslumbró el pasado curso con sus planteamientos y el juego que supo desarrollar a través de su equipo, ha identificado claramente los problemas que aquejan a sus hombres este año, pero las soluciones no llegan en el campo. La fragilidad defensiva y la falta de contundencia en ataque están lastrando a este Girona, como reconocía recientemente el madrileño ante los medios: “Tenemos que perder menos balones en defensa y chutar más a portería”, insistía. Sin embargo, sus consejos parece que están cayendo en saco roto y los errores individuales y la falta de pegada han convertido al Girona en un equipo previsible y también vulnerable para los rivales. Hay un dato brutal: el conjunto blanc-i-vermell suma 27 puntos menos que la anterior temporada, en estas mismas alturas de curso.
En otro extremo, aunque sin hacer para nada un juego que destaque por su brillantez, el Espanyol ha encontrado la forma de dar la vuelta a su situación. Desde esos crueles cuatro goles recibidos en Montilivi, los blanquiazules han despertado, han reaccionado y no solo han dejado atrás la zona del descenso, sino que han logrado también un margen de puntos para nada definitivo aunque ha permitido que se instale una hasta hace poco inimaginable calma sobre el entorno perico. La estabilidad en el esquema de juego ha sido determinante para esta mejora a nivel de sensaciones y sobre todo de resultados, y curiosamente fue necesario el varapalo en el terreno de Girona para favorecer ese cambio que, hasta ahora, está funcionando. “Al principio de Liga nos propusimos cambiar el sistema y presionar más arriba, pero desde el partido en Girona decidimos simplificar y dar estabilidad al equipo”, comentó el técnico blanquiazul en una reciente entrevista.
La solidez defensiva ha sido el pilar de esta transformación. “El día del Sevilla en casa, el gol viene de un mal ajuste en la presión. Desde entonces, hemos trabajado en proteger la espalda del centro del campo y viajar juntos como bloque”, detalló Manolo González. El Espanyol ha sabido adaptarse a las circunstancias y, con esfuerzo y también una buena dosis de pragmatismo, ha logrado lo que hace meses parecía imposible: salir de la zona roja y recuperar la confianza. Desde la visita al campo del Girona, desde aquella jornada 14, el equipo ha sumado 16 puntos. 5 más que los de Míchel y eso, con un partido menos, el que hubo de aplazarse el lunes pasado en Villarreal. Los blanc-i-vermells han caído hasta la 13ª plaza, y el los de Manolo han subido hasta la 15ª, como decimos con un partido pendiente.
El lunes, el RCDE Stadium será testigo de un partido en el que los blanquiazules tratan de seguir fortaleciendo su ascenso, al tiempo que el Girona tratará de interrumpir su racha negativa y ganar unos puntos fundamentales para seguir soñando con Europa. Frente a frente, dos equipos que como decimos han cambiado mucho desde que se vieron las caras en la primera vuelta, y un partido que promete emociones fuertes teniendo en cuenta lo mucho que hay en juego para ambos en Cornellà-El Prat.