La reflexión de Aridane Ávila sobre la supuesta rivalidad entre Espanyol y Girona:
Espanyol vs. Girona: ¿una rivalidad real o una fabricación interesada reciente?
Siempre he pensado que las rivalidades nacen de la historia, de los enfrentamientos repetidos, de los
momentos de gloria y de sufrimiento compartidos a lo largo de los años. Son algo orgánico, algo
que para ser verdad se tiene que construir con el tiempo. Sin embargo, desde hace unos años, hay un
intento por forzar una rivalidad que, en realidad, no tiene sustento histórico genuino y que a quien
único beneficia es al discurso dominante.
Si se habla de rivalidades, hay que hablar de contextos. El Espanyol es un club con más de 125 años
de historia, con una trayectoria en Primera División que lo ha llevado a ganar Copas y a jugar
finales de competiciones europeas. Ha tenido momentos de gloria, descensos (pocos) y
resurgimientos, y ha construido a lo largo de los años una identidad clara y firme. Sin embargo, el
Girona, un equipo con una historia mucho más modesta, ha vivido un crecimiento reciente con
apenas un par de temporadas brillantes en la élite del fútbol español. Sería una quimera equiparar la
trayectoria de ambos clubes como si se tratara de una rivalidad cimentada en décadas de
enfrentamientos decisivos.
La cuestión con esta supuesta rivalidad es que no está basada en la historia ni en la frecuencia de los
enfrentamientos. No es el producto de batallas futbolísticas legendarias, de finales o de duelos por el
ascenso o la permanencia. No hay una tradición de choques entre Espanyol y Girona que haya
dejado huella en la memoria colectiva de los aficionados, porque ni siquiera han compartido
división en la mayoría de las temporadas. Sin embargo, no hace falta hacer una lectura muy
profunda para darse cuenta que lo que alimenta esta enemistad artificial es un factor externo: la
fuerte vinculación de una parte importante de la afición del Girona con el FC Barcelona.
El Girona ha crecido en los últimos años mucho como equipo, muchísimo, pero también ha recibido
apoyo de aquellos que ven en su ascenso una forma de fortalecer el dominio del barcelonismo en
Catalunya. Como si ello beneficiara a alguien más que al propio FC Barcelona. Para muchos
seguidores del Girona, el Espanyol es el enemigo simplemente por el hecho de ser el “otro” equipo
de Barcelona, el equipo que tradicionalmente ha representado la alternativa al monólogo blaugrana.
Esto hace que la supuesta rivalidad tenga más que ver con cuestiones de identidad política y social
que con la verdadera competitividad deportiva. Porque esta, no admite comparación. 88 temporadas
blanquiazules en la máxima categoría, por 5 de los rojiblancos.
La historia dice que la única alternativa al FC Barcelona en Catalunya ha sido el Espanyol.
Cualquier otro rival que aparezca en esa dualidad, lo que hace es fragmentar cualquier resistencia al
discurso dominante del barcelonismo. Mientras más fuerte sea la primera fuerza futbolística, más se
debilitan el resto. Además, los azulgranas se han autoproclamado símbolo político y cultural del
país, lo que hace que el Espanyol sea un extraño en ese paradigma. Teniendo al Girona en la
máxima categoría y con esa afición de tendencia culé, se refuerza esa visión. Ahora, el Espanyol
tiene un nuevo “enemigo” y así el discurso deja al Barça como club que teóricamente unifica a
Catalunya, mientras que se presenta al Espanyol como un club que siempre está en conflicto con
otros.
La cuestión es que esta rivalidad inventada, desvía del foco del verdadero monopolio. Al Barça ya
le va bien que al Girona le vayan mejor las cosas que al Espanyol. Si los gerundenses superan a los
pericos en importancia o resultados deportivos, el Barça no pierde nada porque su hegemonía
seguirá intacta.
El fútbol catalán gira en torno al FC Barcelona. Todo pilota alrededor de esa entidad. Si se fomenta
una rivalidad entre Espanyol y Girona, se desvía el foco nuevamente de la desigualdad estructural y
perpetua que monopoliza Catalunya. Si se aplaca una rebeldía de los demás equipos del país contra
el dominio del Barça, se sigue dejando intacto el imperialismo barcelonista.
Por último en este aspecto, aparece una cuestión sigilosa y la vez compleja. Parece ser que para el
discurso hegemónico, ser del Espanyol no es ser catalán del todo y esto no sucede ni con el Girona
ni con el FC Barcelona. Este argumento de restar legitimidad territorial da para otro artículo de
opinión.
Estoy convencido que las rivalidades artificiales no duran, porque no existen. Lo que hace grande a
un duelo futbolístico es su historia, las batallas libradas en el campo, la memoria de encuentros que
definen campeonatos o destinos. El Espanyol seguirá siendo un club con más de un siglo de
historia, con una afición fiel y con la experiencia de haber vivido momentos gloriosos y trágicos. El
Girona, por su parte, tendrá que demostrar con el tiempo si realmente puede consolidarse como un
equipo de la élite o si simplemente está viviendo un momento pasajero de esplendor.
Mientras tanto, el Espanyol seguirá mirando al futuro con la convicción de que su verdadera lucha
no está en una rivalidad impuesta con el Girona, sino en mantener su prestigio en la Primera
División y seguir construyendo su historia, como lo ha hecho desde hace 125 años.
@AridaneAvila