Después de unos días de descanso para recargar pilas y tratar de dejar atrás la amarga derrota ante el Mallorca, el Espanyol retoma la competición con la mente puesta en un solo objetivo: la permanencia. El equipo de Manolo González se enfrenta ahora a un tramo de temporada que será clave de su futuro en Primera división. Once finales que, aunque difíciles, son la oportunidad perfecta para seguir peleando.

La dolorosa derrota en Mallorca dejó un muy mal sabor de boca en la afición perica, y un disgusto evidente en un vestuario que pasados los días seguía sin entender lo sucedido en feudo bermellón. Lo de Son Moix fue un auténtico atropello arbitral que todavía escuece. Cuatro penaltis en contra, un par de decisiones inexplicables y, al final, una derrota que pudo ser evitable si el colegiado hubiese señalado el penalti sobre Jofre Carreras. Pero no, en vez de eso, el Espanyol volvió a casa con las manos vacías y la sensación de que le habían quitado lo que era suyo. La frustración en el entorno perico fue lógica. Y es que, de haber ganado en Mallorca, el Espanyol estaría ahora con 31 puntos, cuatro por encima del descenso y con un partido menos. La diferencia entre dormir tranquilo o pasarse el parón dándole vueltas a lo que pudo ser.
Dentro de lo malo, la pasada jornada tampoco supuso un drama absoluto para los intereses blanquiazules. Ninguno de los rivales directos consiguió los tres puntos, lo que dejaba las cosas prácticamente igual que antes. El Valladolid sigue hundido tras perder contra el Celta, el Valencia solo pudo rascar un empate en Girona y Las Palmas se dejó remontar de forma inexplicable contra el Alavés. Tampoco le fue mejor al Leganés, que ganaba 2-0 al Betis y acabó perdiendo. Vamos, que nadie en la parte baja está para sacar pecho. Con todo esto, el Espanyol sigue fuera del descenso, aunque con el agua al cuello. La diferencia con la zona roja es de apenas un punto, pero ese partido pendiente sigue siendo una pequeña luz de esperanza. La situación sigue siendo delicada, pero hay razones para no perder la calma: el equipo ha mejorado su imagen en este 2025 y, aunque los resultados siguen siendo irregulares, el rendimiento en el campo ha sido mucho más sólido, lo que invita al optimismo.

11 finales en el horizonte para el Espanyol
Ahora, con la mirada fija en el Atlético de Madrid, los pericos se preparan para un calendario que será extraordinariamente exigente. La primera de las 11 finales será este sábado en el RCDE Stadium contra los colchoneros, un rival difícil pero no invencible, y que además llega en una mala dinámica de resultados. Después, vendrán tres desplazamientos consecutivos a Vallecas para enfrentarse al Rayo Vallecano, a La Cerámica para disputar el partido pendiente frente al Villarreal y finalmente, a Balaídos donde esperará el Celta de Vigo. No serán evidentemente partidos para nada fáciles, dado el nivel de los rivales y que el equipo no se encuentra tan cómodo a domicilio como en su feudo, el RCDE Stadium, pero el Espanyol sabe que cada punto que logren será vital.

A finales de abril, la cosa se pondrá aún más tensa, con enfrentamientos directos contra el Getafe en casa y el Valencia en Mestalla. Mayo será decisivo, con duelos contra Betis en el RCDE Stadium, Leganés en Butarque, derbi contra el Barça en Cornellà-El Prat, Osasuna en El Sadar y cierre de curso ante la afición ante Las Palmas, en los que el Espanyol deberá dejarse la piel para acabar de certificar su permanencia en la categoría.
Un calendario de vértigo donde no hay margen de error. Manolo González lo sabe. La plantilla también. Y la afición, no hace ni falta decirlo. Esto va a ser una guerra hasta la última jornada. Cada punto cuenta y cada detalle importa. Y si el Espanyol quiere quedarse en Primera, tendrá que pelearlo hasta la última gota de sudor.
