Los parones de Liga suelen ser el momento ideal para que los equipos traten de vaciar sus enfermerías y recuperar efectivos, aunque hay hombres que por desgracia no podrán aprovechar esta pausa. Y es que en el Espanyol hay un jugador que lleva demasiado tiempo en esa lista de espera: José Gragera. El mediocentro asturiano está viviendo un auténtico calvario con una lesión en su pie izquierdo que no le permite volver a los terrenos de juego. Y no será por falta de ganas, ni por falta de trabajo. Su esfuerzo es titánico, su compromiso inquebrantable, pero la recuperación no avanza al ritmo que a él y al equipo les gustaría. Todavía le queda, como mínimo, un mes más de baja, según explicaba recientemente As.
Su último partido fue el 19 de octubre en San Mamés, en la dolorosa derrota ante el Athletic (4-1). Fue titular, como en seis de las primeras nueve jornadas de Liga, pero en el descanso tuvo que tirar la toalla. Su pie dijo basta tras meses soportando dolor, infiltraciones y sacrificios silenciosos. Al principio intentó evitar el quirófano con un tratamiento conservador, pero en noviembre no hubo más remedio: pasó por cirugía para tratar el ‘Hallux rigidus’, una lesión que limita el movimiento del primer dedo del pie y que suele traer consigo artrosis en la articulación metatarsofalángica.
El postoperatorio ha sido duro, una carrera de fondo llena de altibajos, momentos de esperanza y otros de frustración. Cuatro meses después, sigue sin poder ejercitarse con normalidad. Cada día se deja la piel en el gimnasio, acompañado siempre por el cuerpo médico y fisioterapeutas del club, con la esperanza de que su pesadilla acabe pronto. Pero el Espanyol no quiere correr riesgos. Se trabaja con la máxima cautela porque el objetivo no es solo que vuelva, sino que lo haga bien, sin recaídas.
Lo de Gragera no es solo una mala racha. Su lesión podría tener su origen en el esguince de grado II en el tobillo derecho que sufrió en mayo de 2024 contra el Valladolid (0-0). Aquella dolencia le impidió acabar la Liga regular, pero forzó para estar en el playoff y en el inicio de esta temporada. Y esa sobrecarga, ese querer ayudar al equipo a toda costa, le ha pasado factura.
En el vestuario perico se le espera con los brazos abiertos. Su calidad, su inteligencia sobre el campo y su despliegue físico pueden ser de gran valor en este tramo final de temporada. El Espanyol tiene por delante 11 partidos y, si todo va bien, Gragera podría reaparecer a finales de abril. Sería una noticia fantástica para él, para el equipo y para una afición que sabe que en el mediocentro asturiano hay un futbolista que, cuando esté al 100%, tiene mucho que aportar.