El Espanyol sigue en el mercado, aunque nadie lo quiera decir en voz alta. Chen Yansheng, propietario y presidente del club, no ha confirmado oficialmente la venta, pero ya hace tiempo que el baile de intermediarios está en marcha. Según publica La Vanguardia, la cifra en la que se ha tasado la entidad ronda los 180 millones de euros, una cantidad que, aunque alejada de los 240 millones que Chen ha invertido desde su llegada en 2016, sigue siendo considerada elevada por los potenciales compradores.
Las ofertas han sido tanteadas tanto en Occidente como en Oriente, pero por ahora no ha habido ningún movimiento definitivo. Y mientras tanto, en el Espanyol intentan vender el atractivo del club: un estadio propio, una afición fiel y una estabilidad económica que, según fuentes del propio club, lo harían destacar sobre otros equipos que podrían estar en venta. Curiosamente, en ese discurso de venta no se menciona el valor de la plantilla, y ahí es donde salta la duda: ¿qué futuro está dibujando Rastar Group para el Espanyol?
En La Grada Ràdio han reflexionado sobre el plan que parece estar siguiendo Chen para minimizar pérdidas. Y es que, visto que invertir a lo grande en fichajes no funcionó en su día y que el club no ha conseguido generar recursos a nivel de márqueting o negocio, la estrategia parece clara: bajar costes a toda costa, en especial a nivel de plantilla. Esto explica las dificultades para renovar a Javi Puado o el hecho de que los nombres que suenan como posibles refuerzos provengan de categorías inferiores, con salarios evidentemente mucho más bajos que otras opciones de Primera por las que en este momento la entidad perica no puede competir.
El problema de este planteamiento es que en el fútbol solo se puede crecer haciendo proyectos atractivos invirtiendo en plantilla, consiguiendo logros deportivos e incrementando éxitos deportivos que permitan crecer en ingresos tanto por negocio, derechos televisivos y teniendo jugadores que puedan alcanzar un buen valor de mercado, y si Joan García se marcha y Puado también, el Espanyol se quedará sin piezas de gran valor en el mercado. Mientras tanto, la sensación es que el club está en una especie de limbo: en venta, pero sin compradores claros, con una dirección que intenta reducir costes pero sin un proyecto definido para generar ingresos y, lo más importante, sin una plantilla que invite a soñar a la afición y a la vez sea atractiva para los posibles inversores, que son conscientes que aparte de abonar lo que pide Chen habrán de invertir una cantidad adicional importantísima para construir casi desde cero un proyecto ganador que justifique la apuesta por el RCDE. Y así, entre negociaciones en la sombra y una estrategia deportiva que parece más de supervivencia que de ambición, el Espanyol sigue navegando en aguas inciertas.