Pere Milla necesitaba ese gol como el comer. Y el viernes pasado, en Vallecas, lo encontró. El delantero ilerdense marcó el 0-4 definitivo ante el Rayo, cerrando una goleada histórica del Espanyol a domicilio y, de paso, quitándose de encima una mochila de piedras que llevaba cargando todo el curso. No está siendo su mejor temporada, pero como él mismo confiesa a Sport, “te quitas, por así decirlo, un peso de encima, pero sabiendo que el trabajo está ahí día a día”. Un gol que sabe a mucho más que tres puntos.
Porque sí, el Espanyol dio un golpe encima de la mesa con ese 0-4. Pero dentro de esa victoria colectiva había también una pequeña victoria personal. La de un jugador que ha tenido que pelear con la falta de minutos, con las dudas, con el ruido. Y que aún así no ha bajado los brazos. “Por suerte o por desgracia, en mi vida como futbolista he pasado peores situaciones que esta. Creo que lo más importante en el deporte profesional es la cabeza, cómo tengas la cabeza, saber afrontar esos momentos malos, y sobre todo disfrutar de los buenos”, reflexiona Milla con esa sinceridad que siempre le ha caracterizado.
El técnico Manolo González, que siempre ha valorado su profesionalidad, no tardó en dedicarle unas palabras: “Me alegro mucho por Pere, pero también por el resto. El equipo tiene mucho mérito. Estamos luchando con una inversión de cero euros, arrancamos con un calendario exigente y el vestuario está unido. Los jugadores se dejarán la piel para estar en Primera. Yo doy la vida por ellos”. Y es que lo de Milla es un ejemplo de lo que representa este vestuario: compromiso, unión, y trabajo en silencio.
Joan García, que lo abrazó tras el gol, también lo dejó claro: “Me alegro mucho por él”. No era un tanto cualquiera. Era un mensaje. Aquí está Pere Milla. Aquí sigue.
El propio jugador, en las citadas declaraciones a Sport, repasa su llegada al Espanyol hace dos veranos, tras varias temporadas en el Elche: “Yo no esperaba salir ese verano del Elche, pero me abrieron las puertas y yo no dudé en elegir al Espanyol. Tenía alguna oferta de Primera división, pero, cuando te llama el Espanyol, no lo dudas. Lo pasé mal cuando me abrieron las puertas allí, sin embargo, tuve la gran posibilidad de venir aquí”.
La adaptación, según él, fue inmediata: “Desde el momento que llegué, tanto el club, el equipo como la afición, me recibieron con los brazos abiertos, y yo encantadísimo de estar aquí”.
Y eso que la primera temporada no fue precisamente un paseo. Segunda división, play-off, y una presión brutal por regresar cuanto antes a la élite. “Era la Segunda división, sabíamos que iba a ser muy dura. También se está viendo este año. Nosotros no pudimos ascender de forma directa, pero teníamos otra baza, que era el play-off. Mucha gente veía como un fracaso no subir directamente, pero era otra oportunidad que teníamos y la aprovechamos”, recuerda con orgullo.
Ahora, ya de vuelta en Primera, el objetivo está claro: la permanencia. “Sí, el Espanyol se va a salvar. Yo lo llevo diciendo desde que ascendimos el año pasado, que el objetivo era salvarse, aunque fuésemos el Espanyol. A día de hoy es lo que tenemos, hay que salvarse cuanto antes y poquito a poco ir construyendo ese Espanyol que ha sido toda la vida”.
El calendario no da tregua y el derbi contra el Barça asoma en el horizonte. ¿Qué espera Milla? Lo deja clarísimo: “Ganar, ya está, no me vale nada más”. Sin rodeos.
También habla sobre el cambio del equipo en esta segunda vuelta, sobre todo a domicilio: “El equipo en esta segunda vuelta ha dado un paso adelante. Se lo cree más, da igual que juguemos fuera o en casa. Siempre es mejor jugar en casa porque está nuestra afición y es más fácil, pero hay que confiar e ir a puntuar de tres siempre”. Y añade, sobre el partido en Vallecas: “Sí, pudieron ser más, creo que el equipo se liberó un poco. Parece que ante el Rayo nos soltamos un poquito más, tuvimos ocasiones muy claras para irnos con el marcador más abultado. Se dio todo, sabemos que no todos los partidos van a ser así, ojalá lo fuesen de aquí a final de temporada”.
Sobre su situación personal, Pere no se esconde: “Nosotros estamos aquí para jugar, y en mi caso, si puedo jugarlo todo, mejor que mejor. Pero al final es el míster el que decide quién juega y quién no, y cuando te toca intentas hacerlo lo mejor posible y ayudar al Espanyol a lograr el objetivo”.
Y a pesar de no ser titular habitual, Manolo le hace sentir importante: “Nos hace saber que en cualquier momento va a tirar de nosotros, porque esto es un deporte profesional. Hay que estar todos metidos, porque en cualquier momento nos toca y debemos estar ahí para rendir”.
La afición, aunque exigente, es su motor: “Vayas donde vayas de toda España, siempre hay gente del Espanyol para animar. Es una afición muy exigente, ya lo vimos el año pasado y este en determinados momentos. Se preguntan cómo puede estar el Espanyol en esta situación. Pero es lo que nos toca vivir, hay que convivir con ello. Creo que hay que ser un poco más positivos y no solo ver el lado malo de las cosas. Pero para mí la afición es un 10”.
Y también hubo espacio para hablar de árbitros y del uso del VAR, a raíz del polémico partido ante el Mallorca: “Yo viví un Valencia-Elche (octubre 2022), en el que nos anularon un gol y fue todo un poquito raro. Al final son humanos también y no quieren equivocarse, más allá de lo que la gente piense. Yo sigo pensando que el VAR es una grandísima herramienta que no se está usando bien. Siempre lo he dicho y lo sigo diciendo, y conozco árbitros que también lo piensan”.
En tiempos de redes sociales y críticas a golpe de clic, Milla lo lleva con filosofía: “A mí las redes sociales no me gustan. Hay una que me gusta mirar, X (Twitter). Ahí la gente va a machete, sin filtro. A mí me hace mucha gracia porque me río de los comentarios, pero ya está. Ahora es todos los días con el cuchillo metiéndote caña. Pero bueno, es diferente, es la tecnología de hoy en día, es la sociedad en la que vivimos. Hay que saber convivir con ello y abstraerse de todo eso”.
Pere Milla este año no está haciendo mucho ruido, y ha optado por hablar en el campo. Y en Vallecas, habló. Fuerte y claro. Ojalá sea solo el principio.