Este sábado, el Espanyol visita Balaídos para enfrentarse a uno de los equipos más en forma del campeonato. El Celta de Claudio Giráldez vive su mejor momento de la temporada: lleva ocho jornadas sin perder, ha encontrado un estilo reconocible, competitivo y atrevido, y se ha colado de lleno en la pelea por los puestos europeos. Para los blanquiazules, en cambio, el choque representa todo lo contrario: una nueva final por la permanencia. Un buen resultado -y si puede ser, una victoria- permitiría dar un paso casi definitivo hacia la salvación, pero la empresa no será nada sencilla.
Los de Vigo no solo han mejorado en juego, sino que también han ganado en confianza y fondo de armario. El Celta es ahora mismo un equipo que compite con una seguridad pasmosa y que, además, ha logrado construir un bloque sólido con muchos jugadores que hace nada estaban en categorías inferiores. No es casualidad.
El mérito de creer en lo que haces
Lo del Celta no es una racha por casualidad ni una cuestión de suerte. Hay una idea clara detrás, una apuesta valiente y un entrenador que ha sabido generar algo tan difícil como la confianza colectiva. Claudio Giráldez ha construido un equipo joven, con hambre y sin complejos, que ha superado la marcha de nombres importantes como Strand Larsen o Tasos Douvikas apostando por la cantera. “El crecimiento ha sido brutal”, suele repetir el técnico. Y es que jugadores como Pablo Durán, Fer López o Javi Rodríguez han dado un salto de nivel increíble en apenas unos meses.
En el vestuario no hay dudas. Todos creen en lo que hacen. “Mi confianza en Claudio es plena”, ha dicho Javi Rodríguez. “Me ha devuelto la ilusión”, afirmó hace poco el ex perico Borja Iglesias. En resumen: todos están enchufados, todos se sienten importantes y todos entienden lo que se les pide dentro del campo. Y eso se nota. El Celta es un equipo reconocible, con un 3-4-3 muy trabajado, que ataca con criterio y defiende con orden.
El reto del Espanyol: competir sin margen de error
El Espanyol llega a la cita con la presión de quien no puede fallar. La permanencia aún no está asegurada y cada punto cuenta. El equipo ha mostrado señales de clara mejoría en las últimas semanas, pero sigue sin permitirse el lujo de relajarse. El contexto en Balaídos será exigente: el Celta no ha perdido en sus últimos ocho partidos, juega con confianza y se siente fuerte en su estadio. Pero los pericos ya han demostrado que pueden dar la cara en campos complicados. Solo necesitan hacer un partido serio, concentrado, sin errores. Y, sobre todo, aprovechar las pocas que se tengan.
Manolo González lo sabe. El equipo necesita competir al límite, minimizar pérdidas y mostrarse sólido atrás. Pero también necesita soltarse arriba, porque sin gol no hay permanencia que valga. Balaídos puede ser un punto de inflexión si el Espanyol es capaz de frenar el ímpetu celeste y sacar algo positivo.
Europa o permanencia, pero mucho en juego
Para el Celta, el partido también tiene sabor a final. Los gallegos están a un paso de meterse de lleno en la pelea por Europa y no quieren frenar ahora. Para el Espanyol, es otra batalla en una guerra mucho más cruda: la de seguir en Primera. Son dos trayectorias opuestas que se cruzan en un momento clave del curso.
El sábado, en Balaídos, no habrá margen para el error. El Espanyol tendrá que dar lo mejor de sí para sacar algo ante el equipo más en forma del campeonato. Y si lo consigue, el paso hacia la salvación será gigante.