Joan García, el portero del Espanyol, está viviendo una temporada llena de emociones. A nivel personal, el catalán se encuentra “muy bien” y se muestra feliz por la oportunidad de disputar su primer año en la Primera división, como manifiesta en declaraciones que recogen las redes sociales de LaLiga. “Al final estoy disfrutando mucho de mi primera temporada en Primera división; en lo colectivo sufriendo, ya sabíamos que iba a ser así pero dentro de eso, disfrutando”, confiesa con un tono tranquilo pero positivo, demostrando la madurez con la que afronta tanto los buenos como los malos momentos del equipo.
Uno de esos momentos buenos es el reciente galardón que ha recibido por segundo mes consecutivo: el trofeo a la mejor parada de LaLiga en marzo. “Contento, al final está bien que se valore a los porteros y a las paradas que hacen”, declara con humildad. Un premio que subraya su capacidad para mantener al Espanyol a flote en situaciones complicadas, aunque el equipo aún pelea por la permanencia. Esos momentos de gloria individual no hacen más que reflejar su gran nivel bajo los tres palos, a pesar de la situación del club.
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— LALIGA (@LaLiga) April 8, 2025
Cuando le preguntan sobre sus referentes en la portería, Joan no duda en señalar a los grandes nombres que marcaron su infancia. “Me fijaba en todos los porteros que veía, sobre todo por edad me pilló la época de Iker Casillas y Víctor Valdés. Ahora los que me gustan más son Courtois y Oblak”, revela el joven arquero, que, aunque tiene sus ídolos, se siente inspirado por todos los grandes guardametas que han destacado a lo largo de los años.
Sobre las manías pre-partido, Joan es claro y directo. “Siempre hago lo mismo, también como lo mismo, y cuando llego a la portería toco los tres palos”, una rutina que, más allá de superstición, parece ayudarle a centrarse antes de cada enfrentamiento. Cada gesto es parte de su preparación mental, un elemento clave para un portero que sabe que el menor despiste puede tener consecuencias fatales.
La pregunta de cómo se prepara para enfrentar los penaltis parece sacar a relucir el temple de Joan. “Intento estar tranquilo, al final los porteros tenemos poco que perder ahí, y si me decido por un lado voy con todo para parar”, explica con la confianza de quien sabe que en esa situación es cuando debe mostrar su mejor versión.
Finalmente, cuando se le pregunta qué es lo más difícil de ser portero, Joan no tiene dudas: “Muchas cosas, sobre todo si tienes un error se paga con gol o una ocasión muy clara”. Un trabajo en el que los fallos se pagan caros, pero también una posición en la que los aciertos pueden salvar al equipo. Esa presión extra que lleva sobre sus hombros hace que cada parada sea aún más significativa y cada victoria, aunque sea personal, se sienta como un pequeño triunfo para todo el Espanyol.
