Hay renovaciones que se entienden solas. Que no necesitan demasiado artificio. Que se piden con el corazón pero sobre todo con la cabeza. Y la de Leandro Cabrera es una de esas. El uruguayo está viviendo una segunda juventud en el Espanyol, y gran parte de culpa —para bien— la tiene Manolo González. Sí, el míster blanquiazul. Ese tipo directo que no se anda con rodeos cuando habla de los suyos.

“A mí me ha ayudado mucho. Es un referente”, dijo sin pestañear cuando le preguntaron por Lele. Y no es una frase hecha. Lo piensa de verdad. De hecho, lo ha defendido con tanta convicción puertas adentro que desde el club han movido ficha para intentar renovarlo. ¿Hay acuerdo ya? No. Pero lo importante es que el paso ya se ha dado. Lo avanzó Quique Iglesias y desde La Grada os podemos contar algo más: si el Espanyol ha apostado por seguir contando con Cabrera, es, en gran parte, porque Manolo lo ha pedido. Lo ha pedido y lo ha peleado.

En esta segunda mitad de temporada el Espanyol está demostrando que está muy vivo y que tiene líderes dentro del campo. Uno de ellos, sin duda, está siendo Leandro Cabrera. El viernes pasado, en Vallecas, marcó un gol de esos que se gritan con rabia, cumplió 200 partidos con la blanquiazul y se convirtió en el espejo en el que mirarse. Porque no siempre lo ha tenido fácil. Ha sido señalado, criticado (muchas veces con saña), y ahora se ha ganado a la afición con actuaciones que no necesitan excusas.

“Compite y entrena como un animal”, soltó recientemente Manolo. Y añadió: “Está dando un nivel muy alto, y me alegro mucho por él”. Palabra de entrenador. Cabrera no es de esos que llenan titulares, pero sin él, el equipo pierde alma y orden. Y eso, en una temporada de supervivencia, se nota.
Lo cierto es que Lele se ha montado una temporada de escándalo. Lleva tres goles y una asistencia, lo que lo convierte en el central más decisivo en ataque de toda LaLiga. Más que Dani Vivian, más que Aitor Paredes, más que Pau Cubarsí. Ha sumado más puntos con sus goles que algunos delanteros. En el Espanyol, solo Puado ha marcado más que él. Y eso que es central, por si se nos olvidaba.

Pero su verdadero valor está atrás. Gana duelos, apenas comete faltas, saca el balón con criterio. Da esa sensación de seguridad que se contagia al resto. Y junto a Kumbulla, han formado una pareja que por fin hace olvidar tantos desajustes pasados.
Por eso no es casualidad que Manolo lo quiera atado. Porque más allá del rendimiento, Lele es uno de esos veteranos que sostienen el vestuario, que acompañan a los jóvenes y que mantienen la calma cuando todo tiembla. Esos que no se compran ni se improvisan. Se tienen… o no se tienen.
A día de hoy, no hay firma. Pero el mensaje es claro: el Espanyol quiere que Lele siga, y Manolo ha sido el gran impulsor de esa voluntad. Porque lo ve cada día, lo siente imprescindible y sabe que su continuidad no es un capricho. Es una necesidad.

En resumen: Cabrera ha pasado de ser discutido a ser indispensable. De estar en la diana a liderar el escudo. Y si algo merece este nuevo Lele, es seguir escribiendo capítulos con esta camiseta. Porque cuando el fútbol es justo, los que lo sudan se quedan. Y Lele, más que sudarla, la defiende. Y la representa.
