Al final, lo que se intuía desde hace tiempo se ha acabado confirmando. El Comité de Disciplina de la RFEF ha sancionado con dos partidos a Mapi León, jugadora del Barça, por su comportamiento durante el derbi contra el Espanyol del pasado 10 de febrero. ¿El motivo? Su gesto hacia Daniela Caracas, que desde el primer momento fue considerado por el club blanquiazul como una falta de respeto grave. El Comité ha actuado de oficio y ha tirado del artículo 129 del reglamento, que castiga las “conductas contrarias al buen orden deportivo”. Así, sin rodeos.
El artículo en cuestión deja claro que se pueden imponer hasta cuatro partidos o una multa si se califica como leve, y en este caso la RFEF ha optado por aplicar una sanción intermedia, quizás reconociendo la gravedad del gesto pero sin irse al extremo. El Barça, cómo no, ha intentado frenar la sanción, y la jugadora también lo ha intentado por su cuenta. Incluso fueron al TAD a buscar una medida cautelar que les salvara del castigo… pero nada. Finalmente, la sanción se cumple y Mapi se perderá los partidos contra el Atlético de Madrid y el Sevilla en la Liga F.
Lo cierto es que el asunto fue bastante feo. Durante ese derbi, que ya de por sí tenía bastante tensión acumulada, Mapi León protagonizó una escena que no pasó desapercibida. El Espanyol reaccionó rápido y con contundencia, sacando un comunicado en el que calificaba el gesto como “una acción inaceptable y que no debe pasar desapercibida” y, más grave aún, “un gesto que vulnera la intimidad” de su futbolista, Daniela Caracas. Palabras fuertes, pero que reflejan lo dolido que quedó el club con lo ocurrido.
Pero más allá del terreno de juego, lo que vino después también dejó huella. Caracas fue víctima de acoso en redes sociales por parte de algunos perfiles que decidieron tomarse la justicia por su mano amparándose en el anonimato de internet y se dedicaron a lanzarle todo tipo de ataques. Un comportamiento que ya se está convirtiendo en habitual cada vez que una futbolista levanta la voz. Y sí, se vuelve a repetir esa sensación amarga de que el foco se va más hacia la víctima que hacia quien ha cometido la falta.
Por lo menos esta vez, el Comité ha actuado. No ha mirado hacia otro lado. Ha tardado, sí, pero ha sancionado. Y eso, aunque no repare el daño, manda un mensaje: que hay cosas que no se pueden dejar pasar. Porque una rivalidad puede ser intensa, pero nunca debe cruzar ciertas líneas. Y en este caso, Mapi León las cruzó.
