Balaídos dejó una victoria de oro. De esas que levantan el ánimo, que suman más que tres puntos y que te hacen creer que sí, que este Espanyol puede. Pero también dejó una baja que escuece: Javi Puado, el alma ofensiva del equipo, se perderá el próximo partido por sanción. Vio la quinta amarilla y tendrá que parar justo en uno de los momentos más delicados de la temporada. Vamos, lo que viene siendo muy mala suerte… aunque no falta quien cree que fue algo buscado para afrontar la recta final del curso limpio de amonestaciones.

Porque lo de Puado este curso no es ninguna casualidad. Es el máximo goleador del equipo, pero es que además aparece siempre: en los goles, en las asistencias, en las jugadas clave. Un tipo que no solo brilla, sino que hace brillar a los que tiene al lado. Con Roberto se entiende de maravilla, y entre los dos han convertido al Espanyol en el equipo más eficaz de LaLiga de cara a puerta. Dicho en plan claro: cuando llegan, la clavan. Y en eso, Javi tiene una responsabilidad enorme.
Esta baja no es ninguna tontería, por mucho que los números digan que sin él el Espanyol no se desploma. Jaume Miserachs lo ha dejado bien claro en Mundo Deportivo: el ‘7’ es mucho más que goles. Es trabajo colectivo, es garra, es el alma de un equipo que, aunque sobrevive sin él, pierde una chispa que no se compra en el mercado. En las tres últimas temporadas en Primera, Puado se ha perdido once partidos y el balance es más que digno (cinco victorias, tres empates y tres derrotas, con 16 goles a favor y 16 en contra), pero si rascas un poco ves que no es lo mismo. Basta recordar que en su última ausencia, en San Mamés, el equipo se llevó un 4-1 que dolió hasta en el alma. A los 30 minutos ya íbamos 3-0, como para no echarlo de menos. Y eso que la jornada anterior, también sin él, se ganó con lo justo al Mallorca en casa. Puado es de esos que no se notan hasta que no están. Lo dijo Manolo cuando Braithwaite hizo las maletas: “el peso ofensivo lo llevó Javi”. Y no le faltaba razón. En los playoffs de ascenso fue el único que marcó. Todos. Uno detrás de otro. Así que sí, perderlo ante el Getafe no es solo perder a un jugador. Es perder al tipo que marca la diferencia cuando más falta hace. ¿Y ahora qué? Pues Manolo tiene varias opciones, pero ninguna fácil.
¿Mover a Expósito? Difícil decisión
Una de las alternativas podría ser colocar a Edu Expósito en la posición del capitán perico, como hizo con acierto antes de la lesión. El problema es que eso obligaría a deshacer un dibujo que está funcionando como un reloj suizo. Sacrificar el rol de Expósito en la medular sería un riesgo innecesario, y viendo el nivel que está mostrando ahora, no parece la mejor idea. El equipo ya tiene una identidad clara, y no conviene tocar lo que está dando resultado, parece lo más lógico.

La opción más natural: Jofre por la izquierda
Todo apunta a que lo más lógico es que Jofre Carreras ocupe el hueco que deja Puado en la izquierda. Ya ha jugado a pierna cambiada otras veces y ha cumplido con nota. En la derecha seguiría Antoniu Roca, y arriba seguiría Roberto Fernández como referencia. Un tridente con chispa, velocidad y mucha movilidad. Puede no tener el peso de Puado, pero sí hambre y piernas.

Pere Milla, alternativa y revulsivo
Otra opción sería tirar de Pere Milla desde el inicio, colocándolo en banda izquierda y manteniendo a Roca en el once y a Jofre como revulsivo. Pero ahí surge otro dilema: si los dos extremos titulares se cansan, ¿quién salta del banquillo a agitar el partido si las cosas se tuercen? Justamente ese es el rol que tan bien está cumpliendo últimamente Pere Milla. Por eso, parece más lógico guardarlo como as en la manga.

El rompecabezas de Manolo
Así que el puzle está servido. Sustituir a Puado no es simplemente meter a otro jugador. Es rehacer una parte importante del engranaje ofensivo del equipo. Pero si algo ha demostrado Manolo González desde que cogió las riendas es que sabe adaptarse, y que no le tiembla el pulso a la hora de tomar decisiones.
Eso sí, la sombra de Puado es alargada. Y no solo por su baja puntual. Cada jornada que pasa sin renovar su contrato es una cuenta atrás que angustia a más de un perico. Porque si el Espanyol ha levantado cabeza esta temporada, en gran parte ha sido por él. Y perderlo —ya sea un partido o para siempre— sería mucho más que una mala noticia. Sería un golpe durísimo.
