No todos los fichajes llegan envueltos en titulares ni con vídeos épicos de presentación. Algunos aterrizan en silencio, sin hacer mucho ruido, pero con una mochila cargada de talento y ganas de demostrar. Ese es el caso de Urko González de Zárate, el mediocentro vitoriano que ha caído de pie en el Espanyol.

Cedido por la Real Sociedad hasta final de temporada, Urko llegó a Cornellà en busca de lo que todo futbolista joven necesita: minutos. En Donosti apenas contaba para Imanol Alguacil y solo había disputado un partido de liga, el primero del curso, ante el Rayo Vallecano. Nada más. El resto, una participación en la fase de grupos de la Europa League ate el Dinamo de Kiev, pero sobre todo mucho banquillo y entrenamientos. Y claro, con 23 años y contrato hasta 2028, había que moverse.
Opciones no le faltaban. Equipos como el Oviedo o el Sporting preguntaron por él, pero fue el Espanyol quien se llevó el gato al agua. Y en esto, dicen, Manolo González tuvo mucho que ver. El técnico perico apostó fuerte por él, y el tiempo le está dando la razón.

Desde que llegó, Urko lo ha jugado prácticamente todo. Su única ausencia fue contra la Real Sociedad, por la clásica cláusula del miedo. En el resto de partidos, ha sido un fijo en el centro del campo, ofreciendo un rendimiento muy por encima de lo que se esperaba para alguien que venía casi sin ritmo competitivo.
Alto (1,89 metros), elegante y con muy buen pie, Urko no es el típico pivote destructor. Tiene buena salida de balón, calma en la circulación y presencia física para imponerse. Un perfil que escasea y que, en el esquema de Manolo, está encajando como anillo al dedo.

Aunque todavía es pronto para hacer planes a largo plazo, en los despachos del club ya se empieza a hablar de su continuidad. Porque lo cierto es que la Real Sociedad parece tener otros planes si acaba saliendo Zubimendi, y quizá no vea con malos ojos nueva salida si Urko sigue sumando galones en el Espanyol.
Hoy, en La Grada Ràdio, hemos querido acercarnos hasta la Ciutat Esportiva Dani Jarque para charlar con él, conocer cómo se está adaptando a Barcelona, cómo ve al equipo y qué expectativas tiene para lo que queda de temporada. Porque más allá de los minutos, lo que Urko ha encontrado aquí es algo todavía más valioso: sentirse importante. Y eso, para un jugador con su potencial, puede ser el inicio de algo muy grande.
