Hoy el fútbol español para y mira a Sevilla, aunque la mayoría lo haga con cierto hartazgo. Real Madrid y FC Barcelona se juegan la final de la Copa del Rey en La Cartuja, a partir de las 22:00 horas. Culés o merengues. Flick busca el trigesimosegundo título copero de los azulgrana. Ancelotti, el vigesimoprimero de los blancos. Uno de los dos levantará la copa. Otra vez.

Pero, claro, mientras el resto de España se divide entre la indiferencia y el morbo, en especial tras el amago de espantada de las huestes de Florentino tras la lacrimógena rueda de prensa previa al partido de los colegiados Ricardo de Burgos Bengoetxea y Pablo González Fuertes -hay que felicitar al genio al que se le ocurrió que hacer que hablasen en público era una buena idea, viendo cómo están los ánimos con el tema arbitral por el cúmulo de nefastas actuaciones y las sombras que deja el caso Negreira-, en Cornellà-El Prat la cosa tiene su propia salsa.
Porque aquí, ser del Espanyol en una final entre Barça y Madrid es como estar en medio de una discusión familiar donde ninguno te cae especialmente bien, pero uno vive contigo y el otro te pisa el felpudo cuando le da la gana.
El Barça lleva 125 años siendo el gran rival. No hace falta que te guste el fútbol para saber que el día a día del perico está inevitablemente ligado a los blaugranas. Porque convivir con un vecino que se lleva la atención de todo el mundo (desde las instituciones hasta los medios) no es fácil. Y cuando, para colmo, no dudan en celebrar un título de Liga en tu casa, en el RCDE Stadium, el mismo día que certifican tu descenso, pues las ganas de que ganen algo son nulas.

Pero oye, no todos los pericos son iguales. Siempre hay quien, por tener familia culé o amigos blaugranas, o por simple cuestión de territorio, se siente más cerca del Barça que del Madrid. También hay quien no puede ver a los merengues ni en pintura, porque algunos son igual de prepotentes que los culés… pero con la diferencia de estar a 600 kilómetros. Lo que les hace, como dicen algunos, “más soportables”.
Luego están los de la escuela clásica: “Soy de cualquier equipo que juegue contra el Barça“. Así, sin matices. Porque para muchos, el Barça no es solo el rival, es “el enemigo”. No hay más. Aunque últimamente, la cosa se complica. Y es que el Madrid tampoco se esfuerza mucho en caer simpático. Basta ver cómo se comportan algunos de sus seguidores cuando el Espanyol juega contra ellos en casa: esa prepotencia irrita a cualquiera.
Encima, el club blanco tampoco es que haya ayudado demasiado al Espanyol en los últimos tiempos. Que si cesiones que no llegan, que si relaciones un poco frías… Aunque parece que se han vuelto a tender puentes, veremos cuánto duran. Pero lo que de verdad ha escocido últimamente entre la pericada fue el linchamiento mediático que sufrió Carlos Romero por aquella entrada a Mbappé en el último partido en el RCDE Stadium. Desde Madrid se montó una campaña que sacó de quicio a muchos pericos. La cosa llegó hasta las redes, donde se vivieron auténticas batallas campales dialécticas.

Así que no, la leyenda esa de que el Espanyol es el filial del Madrid está más muerta que nunca. Y aunque eso no signifique que de repente se vea con buenos ojos al Barça, lo cierto es que cada vez más pericos miran a ambos con el mismo gesto de desgana.
Hoy, a las 22:00, cuando suene el pitido inicial en La Cartuja, habrá pericos que se alineen con unos, otros con los otros… y la mayoría, simplemente, se pondrán un capítulo más de su serie favorita o irán a tomar algo para desconectar. Porque cuando tú no estás en la fiesta, lo que hagan los demás importa más bien poco.
