Ante la escasez de fútbol en ocasiones, el Real Madrid siempre ha respondido con la épica. Un arma en ocasiones decisiva y fatal para el rival que ha tenido delante, independientemente de quien haya estado en ese momento. Todos han caído y más, en una final. Sin embargo, esta temporada, el equipo blanco ha perdido hasta su seña de identidad y arma más mortal. De hecho, por momentos lo tuvo en su mano. Una de las mejores segundas partes de la temporada puso entre las cuerdas a un Barcelona que aprovechó la kriptonita de este Real Madrid 24/25: los errores defensivos. Ferrán, primero, y Koundé en el 116′, le dieron de su propia medicina al equipo de un Ancelotti que, ahora sí, parece estar ante sus últimos seis partidos como técnico blanco.
Una parte para cada uno
El partido tuvo dos guiones muy diferentes. Un primero en el que el Barcelona fue claramente superior desde el saque inicial. Con una presión asfixiante, obligó al equipo de Ancelotti a regalar el balón casi en cada jugada, algo que dejó prácticamente desaparecidos tanto a Vinicius como Rodrygo. En cambio, la presión lenta del equipo blanco no incomodó en absoluto a un conjunto azulgrana que aprovechó esa falsa presión blanca para generar transiciones rápidas. De hecho, el primer tanto del partido llegó de este modo. Un movimiento rápido del balón tras una salida en falso del equipo madrileño permitió a Lamine Yamal jugar con espacios. El internacional español llegó al pico del área, donde cedió a Pedri para que este, con su llegada desde atrás, colocase el balón en la escuadra. Una jugada maravillosa que culminó una primera parte excepcional.
En la segunda, se invirtieron los papeles. Con Kylian en el campo, llegó el peligro del Real Madrid. Su entrada por Rodrygo, el gran señalado de la noche, le dio al Madrid otro aire. Tal fue ese cambio, que de sus botas llegó el primer gol del equipo de Ancelotti. El provocó la falta al borde del área y él la mandó a guardar. Su tanto igualó la final y le dio la fuerza suficiente para seguir en busca de la remontada. Y así fue. Tchouameni, tras un gran saque de esquina de Güler, otro de los grandes revulsivos, puso por delante al Real Madrid en el tramo final. Sin embargo, el enésimo error defensivo de la temporada lo aprovechó Ferrán para mandar el partido a la prórroga. Ahí, ni la épica cayó del lado blanco.
Un Barcelona, al estilo Real Madrid
En este momento de partido, nadie duda de que el Real Madrid se siente como en casa. Un poder que posee desde hace décadas y que, en el tramo tan decisivo como es una prórroga, siempre acaba decantándolo el peso del escudo. Sin embargo, esta vez ni eso. En una prórroga de ida y vuelta, el Barcelona le asestó un golpe definitivo al mentón con un nuevo error en la salida de balón. Koundé, que le pegó con el alma, puso por delante al equipo azulgrana a falta sólo de cinco minutos. Un tiempo en el que prácticamente no se jugó más.
Los de Flick, imperiales esta temporada, cosecharon su segundo título de la temporada dejando por el camino a un Real Madrid que ve cómo va “muriendo” lentamente esta temporada. Sin Champions y ya, sin Copa, se aferran a una Liga que parece prácticamente inalcanzable. Además, lo harán sin Lucas ni Bellingham ante el Celta y veremos si Rüdiger vuelve a tener minutos. Lo que sí parece es que será con Carletto en el banquillo. En cualquier caso, enésimo varapalo del Real Madrid ante un Barcelona que sigue camino al triplete.
