45La temporada 2023-24 será recordada por muchas cosas, pero si hay algo que salta a la vista es que, de los tres que subieron de Segunda, hasta el momento solo uno ha sabido nadar en las aguas turbulentas de LaLiga EA Sports. El Espanyol, que consiguió su billete a la élite en el último suspiro, cuando muchos pensaban que estaba todo parecía perdido, ha sido con diferencia el mejor de los tres ascendidos. Y eso que subimos por la puerta de atrás, en el playoff, en un final de infarto con Puado haciendo de héroe ante el Oviedo. Pero oye, aquí estamos, sobreviviendo en Primera mientras el resto se despeña.
El Leganés, que subió directo como primero, está ahora mismo en plazas de descenso y, para más inri, todavía tiene que pasar por el RCDE Stadium en una de esas finales que le quedan para intentar agarrarse a la categoría. Y el Valladolid… qué decir del Valladolid. Matemáticamente en Segunda desde la pasada jornada, arrastrando una temporada de esas que hacen daño, de las que cuesta olvidar.
El proyecto de Fran Garagarza y Manolo González, con todos sus más y sus menos, ha salido reforzado frente a pepineros y pucelanos. Porque lo que parecía un camino de espinas para el Espanyol, está siendo, dentro de lo que cabe, una travesía algo más llevadera que la de nuestros compañeros de ascenso. Y ojo, que en Valladolid, uno de los grandes señalados en esta debacle es Domingo Catoira, un viejo conocido en casa.
Huevos y pancartas para Catoira en Valladolid
A huevazo limpio. Así, sin paños calientes, es como recibieron hace unos días un grupo de aficionados del Valladolid a los jugadores y directivos del club tras confirmarse el descenso. La imagen es dura: los futbolistas y el cuerpo técnico llegando en autobús a la residencia de jugadores y encontrándose con setenta, ochenta hinchas encendidos, lanzando huevos y gritando de todo menos cosas bonitas. Pancartas con mensajes como “Directiva, técnicos, jugadores, todos culpables. Todos fuera. Pucela somos nosotros” colgaban como telón de fondo.

Pero si hubo un blanco principal en toda esta ira, ese fue Domingo Catoira, el director deportivo. Su coche fue apedreado —literalmente, pero con huevos— mientras salía de las instalaciones. Y claro, la cosa ha ido a más: insultos, redes sociales ardiendo con mensajes de “bochorno”, “vergüenza”, “desastre”… y esa sensación general de que alguien tiene que pagar el pato.

La Federación de Peñas del Valladolid tampoco se ha quedado corta: “El club está en liquidación”, decían en un comunicado durísimo. “Ronaldo compró el club para pegar un pelotazo urbanístico, y al ver que no podía hacerlo, lo ha abandonado a su suerte”. Y Catoira, claro, en el centro de todas las críticas. Le acusan de fichajes que no se sostienen por ningún lado, de traer jugadores fuera de forma y, para colmo, de “reírse de la afición con sus declaraciones”.
Catoira, el hombre de las ‘zonas grises’
¿Pero quién es realmente Domingo Catoira? Pues depende a quién le preguntes. En Valladolid ya existe incluso el término ‘zona Catoira’, que hace referencia a esos jugadores fichados de ligas menores, totalmente desconocidos, pero que acaban rindiendo bien cuando les dan minutos. Este año hay algunos ejemplos claros: Biuk, Juric, Oliveira… pero no ha sido suficiente.
Su currículum tiene un sabor agridulce. Antes de llegar al Valladolid, fue el director deportivo que descendió con el Espanyol en aquella temporada de pesadilla, donde todo salió mal: Diego Martínez, Luis García, el culebrón de Raúl de Tomás, los porteros Lecomte y Álvaro Fernández, la llegada tardía de César Montes… Un cóctel que terminó con el equipo en Segunda y con Catoira en la diana de la afición perica. Aunque, como decía un colaborador suyo en Relevo: “No todas las decisiones las tomaba él, muchas venían de la propiedad”.

Y es que algunos de quienes han trabajado codo con codo con él pintan otro retrato. “Era una enciclopedia”, aseguran. Un tío de esos que se ven partidos de Courtois en la sub-17 solo para “entrenar el ojo”. Pero también era “soberbio”, “poco empático”, y de los que dejan a los representantes “con un visto en el WhatsApp”. Un perfil que mezcla brillantez y falta de tacto, con decisiones deportivas que no siempre terminaban bien.
El Espanyol, el que mejor ha vuelto
Mientras tanto, el Espanyol sigue su camino. No ha sido un paseo por las nubes, pero comparado con Leganés y Valladolid, estamos en otro nivel. Con la permanencia casi asegurada, el proyecto de Garagarza y Manolo González demuestra que se puede construir desde la sensatez, con una plantilla que, sin grandes alardes, ha sabido competir.
Y eso, viendo cómo están nuestros compañeros de ascenso, ya es todo un logro. Porque subir es complicado, pero mantenerse en Primera, eso sí que es un arte. Y este Espanyol, pese a los altibajos, ha demostrado que sabe cómo hacerlo. Mientras otros bajan entre huevazos y pancartas, nosotros seguimos peleando. Y que siga así.
