En Leganés ya no se habla de juego bonito, de sistemas o de estadísticas. A estas alturas, lo único que importa es sumar de tres y agarrarse a la categoría como sea, aunque sea con las uñas. El próximo domingo reciben al Espanyol en un partido a cara de perro, y Borja Jiménez, técnico de los pepineros, ha comparecido en la previa con el tono de quien sabe que se está jugando mucho más que tres puntos: se está jugando el futuro.
Borja, sin rodeos, ha reconocido que este partido es una final, y que como tal la van a afrontar, dejando claro que en Butarque no están para paños calientes. El míster del Lega lo tiene clarísimo: pese a que la derrota de la UD Las Palmas ante el Rayo ha abierto una puerta a la esperanza, si no ganan, la permanencia se complica una barbaridad. Y lo que más preocupa no es solo la situación clasificatoria, sino el bajón anímico que ha ido arrastrando el equipo en las últimas jornadas.
Mientras tanto, el Espanyol llega al sur de Madrid con la idea de respirar, por fin, después de tantos meses con el alma en vilo. Los de Manolo González pueden cerrar la permanencia con un triunfo, por lo que no se esperan concesiones por parte de unos pericos con ganas de dar carpetazo al curso.
Borja Jiménez se sentó ante los medios con la tensión propia de quien sabe que no hay red bajo sus pies. El Leganés llega al partido de este domingo frente al Espanyol con el agua al cuello, y su técnico no se anduvo con rodeos: “Para nosotros mañana es una final, es el momento de recortar distancias”. Así, directo, sin florituras. Porque en Butarque ya no hay margen para el error.
El entrenador pepinero, con gesto serio pero sin perder la templanza, dejó claro que el equipo sigue creyendo. “Mientras hay vida hay esperanza. El equipo lo demuestra cada día, lo intenta, quiere. Y eso es lo que más tranquilidad me transmite”. Borja no pierde la fe en los suyos, aunque reconoce que les ha faltado lo que marca la diferencia: “Nos ha faltado acierto, que es lo que hace ganar o perder”.
En su intervención, también abordó la situación del balón parado, un quebradero de cabeza esta temporada: “Está siendo uno de nuestros puntos débiles este año. Seguimos trabajando para ver dónde podemos mejorar, es algo en lo que hemos hecho hincapié”.
Y en un momento tan delicado como el que atraviesa el Lega, no podía faltar una mirada al vestuario. Borja quiso poner en valor el compromiso de su plantilla: “Tenemos un grupo que va a muerte en todo lo que hace, es momento de pensar que se puede dar”. Una frase que resume bien el espíritu que quiere ver en sus jugadores: compromiso total, fe ciega y cero excusas.
Sobre Yan Diomande, el joven centrocampista que quedó señalado tras su actuación en Sevilla, el técnico quiso protegerle: “No fue el protagonista negativo. Es un chico de dieciocho años, que está empezando, que tiene unas cualidades muy buenas. Hablo siempre con él porque le está pasando todo muy rápido”. Un mensaje de respaldo y paciencia para uno de los talentos con más futuro del equipo.
La hoja de ruta del Leganés sigue intacta: “No ha cambiado el pensamiento de intentar llegar a los 40 puntos. Lo que sea hacer más estaría muy cara la salvación”, afirmó. Y aunque parece una meta lejana, el técnico insiste en que el equipo está mentalizado: “Ya es un tema mental, cómo funcionen las cabezas, poner a los futbolistas que estén aquí en cuerpo y mente. Ir hacia adelante, asumir cada uno su responsabilidad y ganar el duelo con el que tenga en frente”.
Para cerrar, le preguntaron por su futuro. Pero en esto, Jiménez fue tajante y evitó desviar la atención: “Lo más importante es el Leganés, intentar mantener al equipo en Primera división. A partir de ahí tendremos tiempo para hablar”.