Este jueves, cuando el Espanyol salte al césped del RCDE Stadium para jugarse media vida ante el Barça, todas las miradas en clave blanquiazul apuntarán a un nombre propio: Joan García. El portero de Sallent se ha ganado a pulso ser una de las grandes esperanzas del espanyolismo, y frente al FC Barcelona tendrá que firmar una de esas noches épicas que quedan para el recuerdo. No solo por lo que hay en juego para el equipo. También porque lo hará ante los ojos del club que suspira por él.

Y es que no es ningún secreto que Joan gusta, y mucho, en la secretaría técnica del Barça. Su nombre ha sonado varias veces como posible recambio de futuro en una portería que necesita relevo generacional. Con Ter Stegen y Wojciech Szczesny superando los treinta y Peña en un rol secundario, el club azulgrana busca perfiles jóvenes, con proyección y ADN competitivo, y ahí Joan encaja como un guante. Por talento, por carácter y por madurez. Pero antes de pensar en hipotéticos movimientos de mercado, Joan tiene una cita más importante: tratar de frenar a la maquinaria ofensiva más demoledora de toda LaLiga.

Los números asustan. El Barça suma 95 goles en 35 jornadas, un registro solo comparable con el Real Madrid de la 1989-90 (97 goles), si sacamos de la ecuación los años de Messi y Cristiano. Frenar ese vendaval, con Raphinha desatado y el resto del equipo oliendo sangre, no va a ser fácil. Pero si hay alguien que puede hacerlo, es él.
Joan García ha demostrado a lo largo de la temporada que no se arruga. Ha salvado puntos, ha firmado actuaciones de muchísimo nivel y ha demostrado que no solo para balones: también transmite confianza, lidera desde atrás y se crece en los partidos importantes. Este derbi, con la presión disparada y el rival más temible delante, le ofrece la oportunidad perfecta para reivindicarse una vez más… incluso delante de quien aspira a llevarse su fichaje.

Para el espanyolismo, Joan es mucho más que un portero, es todo un símbolo, y este jueves, con el equipo necesitado de héroes, le tocará a él dar un paso al frente. Y hacerlo, además, ante el club que le ronda, podría tener un valor doble: salvar a su equipo y recordar al Barça que, si quieren llevárselo, tendrán que pagar lo que vale. Y vale mucho.
