El centrocampista del Espanyol, Álvaro Aguado, está citado a declarar este miércoles en la Ciudad de la Justicia de Barcelona. Lo hace, recordemos, como investigado por un presunto delito de agresión sexual a una trabajadora del club, tras una denuncia que apunta a unos hechos ocurridos en la fiesta de celebración del ascenso del pasado junio en la discoteca Opium de Barcelona.
La noticia, que salió a la luz hace unas semanas, sigue generando silencio institucional en clave blanquiazul. El único que ha roto mínimamente ese silencio, teniendo que asumir una responsabilidad que para nada le pertoca, ha sido Manolo González. El técnico fue muy directo cuando le preguntaron por el caso en la rueda de prensa previa al partido contra el Celta: “No voy a hablar de Álvaro Aguado. No soy el portavoz del club en estas situaciones y mi trabajo es puramente deportivo. No es el día ni el momento de responder nada de esto y no es mi trabajo tampoco”. Lo dejó meridianamente claro antes de empezar la rueda y repitió esa línea cuando se le repreguntó. No había lugar a interpretaciones.
El Espanyol, de hecho, no ha hecho ningún comunicado oficial desde que se conoció la denuncia. Tampoco apartó a Aguado de la dinámica de grupo, aunque lo cierto es que desde entonces solo ha jugado 15 minutos, en el duelo ante el Villarreal. Desde dentro del club, lo que se ha trasladado es que solo habrá un pronunciamiento si el jugador es formalmente imputado tras declarar. A día de hoy, y a efectos judiciales, Aguado está investigado, no acusado.
La denuncia llegó meses después de los hechos. La presunta víctima, una empleada del propio club que continúa trabajando en él, declaró ante los Mossos d’Esquadra hace ya tres meses. Aportó su testimonio y señaló a Aguado por una supuesta agresión ocurrida, supuestamente, en uno de los baños de la discoteca durante la fiesta de ascenso tras vencer al Oviedo. El local, ubicado en el Passeig Marítim de la Barceloneta, ya no conservaba las grabaciones internas cuando se interpuso la denuncia, aunque la policía sí pudo analizar imágenes del entorno y solicitó pruebas periciales. Nadie del personal del local de ocio fue avisado de lo sucedido aquella noche. La primera vez que oyeron hablar del caso fue cuando los Mossos se presentaron allí con la denunciante para realizar una inspección. El espacio donde se celebraba la fiesta estaba reservado para el Espanyol, aunque no se trataba de una zona privada o cerrada con llave.
Mientras tanto, Aguado ha seguido entrenando y formando parte de la plantilla a todos los efectos. El club insiste en la presunción de inocencia, como argumento para no haber tomado medidas disciplinarias preventivas.
La situación no es fácil de gestionar. No lo es para el club, que se encuentra en plena pelea por la salvación en la recta final de la temporada. No lo es para el vestuario, que debe convivir con el ruido mediático. Y no lo es, por supuesto, para las personas implicadas directamente en el proceso judicial. A la espera de lo que suceda tras la comparecencia de este miércoles ante el juez, la pelota -esta vez- no está en el césped. Está en los tribunales.
