La visita de Joan Laporta al RCDE Stadium este jueves no fue una simple anécdota. Tampoco pasó inadvertida para una afición que atraviesa una de las etapas más delicadas de los últimos años. En plena lucha por la permanencia, y con el club inmerso en una crisis deportiva e institucional de larga duración, la imagen del presidente del FC Barcelona sentado en el palco, junto a Salvador Illa —president de la Generalitat— y Chen Chuanghuang —hijo del propietario del Espanyol—, resultó para muchos socios y seguidores pericos, cuando menos molesta. Sin embargo, también es cierto que da pie a una reflexión que cabe abordar de manera serena y lo más desapasionada posible.

Silencio de Chen e hijo frente al liderazgo mediático de Laporta en Barcelona
Laporta, que al día siguiente recorría con euforia las calles de Barcelona celebrando un nuevo título liguero, volvió a demostrar su habilidad para situarse en el centro del foco mediático y reforzar su narrativa de dirigente combativo, sin complejos y abiertamente provocador. El contraste con la actitud de Chen Chuanghuang y la de Chen Yansheng es difícil de ignorar. Mientras el presidente blaugrana se multiplica en medios, comparece, se defiende y refuerza el relato de su club incluso en medio de las múltiples sombras que rodean su gestión —Negreira, inscripciones irregulares, tensiones financieras, obras inacabadas—, el desaparecido Yansheng y el heredero del grupo propietario del Espanyol siguen optando por un silencio absoluto. Un silencio que no es solo comunicativo, sino institucional y estratégico. Y que transmite, en un momento crucial, una desconexión preocupante con la realidad del club que dirige Rastar desde hace casi una década.

¿El Espanyol necesita un liderazgo como el de Laporta, aunque duela admitirlo?
Porque, más allá de cualquier simpatía o repudio personal hacia la figura de Laporta —cuya trayectoria está marcada por numerosas controversias y tiene un lado oscuro que no se puede ignorar—, hay algo que resulta evidente: representa un modelo de liderazgo que en el Espanyol hoy simplemente no existe. Un dirigente que, con todos sus excesos, no duda en implicarse emocionalmente, en tomar la palabra, en asumir riesgos y en convertir cada ataque a su club en una cuestión de identidad.
El Barcelona impone su relato mientras el Espanyol sigue sin voz ni representación institucional
El Espanyol, por el contrario, permanece atrapado en una parálisis institucional crónica. Sin una voz firme que lo represente en los medios, sin una presencia respetada en los organismos de decisión, sin una figura pública que defienda el escudo con determinación y sentido de pertenencia, aparte de un Manolo González al que no corresponde llevar ese peso. Un vacío que no solo debilita la imagen del club, sino que lo margina en un entorno competitivo en el que el relato, hoy más que nunca, condiciona la realidad.

Laporta habla del caso Negreira y el Espanyol guarda silencio ante los ataques que recibe
“La campaña de desprestigio no va a prosperar”, declaró Laporta esta semana en RAC1. “Estoy convencido de que saldremos absueltos”, añadió, en referencia directa al caso Negreira. Mientras tanto, en el Espanyol no ha habido ni una sola voz que se haya alzado para reclamar, exigir o, simplemente, ofrecer una visión propia sobre los problemas que afectan al club. El último, el trato de las instituciones y de los medios a los afectados por el atropello en la previa del derbi sin que salga nadie a defender públicamente los derechos de las únicas víctimas, los seguidores pericos afectados.

La imagen del palco entre Laporta, Illa y Chen retrata el desequilibrio Barcelona – Espanyol
La imagen del palco este jueves fue mucho más que una fotografía. Fue la representación simbólica de un desequilibrio estructural que va mucho más allá del terreno de juego. El FC Barcelona, con todas sus sombras, cuenta con un liderazgo fuerte, con capacidad de influencia y con una estructura mediática que sostiene su relato. El Espanyol, por el contrario, continúa esperando a alguien que lo defienda, que lo represente, y que entienda que sin presencia institucional no hay proyecto viable a largo plazo.

Si el Espanyol no actúa, seguirá perdiendo el relato frente al poder institucional de Barcelona
Si el Espanyol quiere recuperar su lugar en el fútbol español, no basta con resistir en lo deportivo. Hace falta también liderazgo en los despachos, estrategia en la comunicación y valentía para plantar cara allí donde se decide el futuro del fútbol. Porque si no, mientras otros imponen su discurso, nosotros seguiremos teniendo que llegar al extremo, hasta este punto nos están obligando, de echar de menos en el Espanyol la presencia de una figura como la de un personaje tan cuestionable como Laporta.
