Con el Espanyol jugándose su continuidad en Primera división en la última jornada de LaLiga, la tensión es máxima en el entorno blanquiazul. El próximo sábado, el RCDE Stadium acogerá un encuentro decisivo ante la UD Las Palmas, un rival ya descendido pero que llega sin presión, y con un viejo conocido como Diego Martínez en el banquillo. Para el conjunto perico, en cambio, el partido se presenta como una auténtica final: una victoria asegura la salvación; cualquier otro resultado obliga a mirar de reojo lo que ocurra entre Leganés y Valladolid.
En este contexto, el vestuario ha comenzado a alzar la voz, consciente de lo que hay en juego. Uno de los que ha querido tomar la palabra ha sido Leandro Cabrera. El defensa blanquiazul, uno de los capitanes de la primera plantilla, ha hablado en rueda de prensa en una comparecencia en la que ha querido transmitir, pero también compromiso, en un momento que puede marcar el futuro inmediato del Espanyol.
Sin alardes ni dramatismos, el “Lele” ha puesto el foco en la importancia de estar todos juntos: equipo, cuerpo técnico y afición. Su mensaje llega en una semana marcada por la incertidumbre, pero también por la esperanza. Porque, pese a la dinámica negativa de resultados, el Espanyol depende de sí mismo para lograr el objetivo.
La voz del central uruguayo refleja el sentir de un vestuario que sabe que no hay margen de error. En unos días, el balón echará a rodar y todo se decidirá en noventa minutos. Mientras tanto, las palabras de Cabrera resumen bien el espíritu que necesita el equipo: serenidad, trabajo y unión.
El central uruguayo no ha esquivado ni una sola cuestión, y ha dejado un mensaje directo: “Estamos convencidos de que lo vamos a sacar”.
Para Cabrera, el hecho de definirlo en casa es casi una bendición: “Se viene un partido definitivo en casa donde hemos jugado muy bien de octubre para acá. Aún perdiendo, siempre se ha rendido. El nivel y la confianza en casa es tremendo, hay mucha conexión con la gente”. Y lo tiene claro: “Por suerte o por desgracia lo definimos en casa ante un rival descendido, con toda la confianza del mundo”.
La preparación mental está siendo clave estos días. El central ha explicado que el equipo no quiere ni oír hablar de mirar a Butarque: “No queremos depender de nadie y saldremos a ganar como siempre. El año pasado el grupo pasó por una final con tensión máxima y se sacó”. A su manera, define lo que será el partido: “Ser como un martillo: golpe, golpe, golpe, hasta que caiga de nuestro lado”.
Sobre si este es el partido más importante de su carrera, Cabrera reconoce la magnitud del momento: “No sé si es el más importante de mi carrera, pero sí que marca al club. Estamos muy confiados y tranquilos porque tenemos el nivel, lo hemos demostrado”. Y lanza una frase que resume el sentir del grupo: “Las finales se juegan para ganar”.
Además, ha confirmado que seguirá en el club si se logra la permanencia: “Ojalá que sí. Si ganamos, que es lo que todos queremos, sí, sin duda”.
Sin embargo, no esconde que el camino hasta aquí no ha sido el ideal ¿Remordimientos? Ninguno: “No tenemos tiempo para pensar en eso. Podríamos haberlo resuelto antes, sí; estar en problemas más gordos, también. Esto es fútbol profesional. Tomamos este partido como una gran oportunidad porque jugamos en casa, es el factor principal”.
Tampoco espera un Las Palmas de paseo: “Esperamos al mejor equipo que puedan sacar, con la mayor competitividad. Será un partido raro para ellos, pero nos esperamos su mejor versión”.
La receta de Cabrera para no desaprovechar esta oportunidad es clara: “Salir a fuego, ir a por todas sin perder la cabeza. Es un partido muy emocional pero hay que tener ese punto de prudencia que te dé seguridad. Hacer portería a cero y después seguro que la vamos a tener”.
En el vestuario, el mensaje es firme: “Le podemos ganar a cualquiera. Nos lo jugamos en casa y depende de nosotros. Si estamos finos y con la mentalidad correcta, la balanza caerá de nuestro lado”. Añade que el equipo está “tranquilo, con muchas ganas, y deseando que llegue el fin de semana”.
Cabrera también ha explicado cómo han gestionado la semana tras lo vivido en Pamplona: “Nos están saliendo unos entrenos muy buenos, se ve al vestuario con muchas ganas. Tiene mucha carga emocional, pero ya hemos pasado por esto. Hay que repetir el estado de ánimo de la final ante el Oviedo”. Con una sonrisa, reconoce que lo pasa peor cuando no juega: “En Pamplona fui un saco de nervios”.
Sobre el reencuentro con Diego Martínez, su respuesta ha sido elegante -recordemos la polémica surgida en la primera vuelta tras una imágenes en que se le veía departiendo amigablemente con él tras la derrota-: “Tuve una relación muy buena con él. Será un encuentro más como con otros ex técnicos”. Y sobre el planteamiento del partido, no duda: “Un partido muy serio defensivamente, con un bloque sólido. Estamos preparados para eso”.
Por último, ha querido desmontar el pesimismo instalado en parte del entorno: “La sensación de la gente viene de años de sufrimiento. Pero si analizas fríamente, hemos batallado contra los mejores. Ojalá lo hubiésemos resuelto ante el Leganés, pero no se dio. Llegar a este fin de semana no es un castigo, es una gran oportunidad”.
Y remata, como si marcara el tono de toda la semana: “Lo que estoy transmitiendo yo es ir rectos, marcar el camino, ser disciplinados y conscientes del partido pero sin locuras. Es el mantra que estamos repitiendo”.