La comparecencia de Fran Garagarza del pasado miércoles dejó una sensación bastante positiva en buena parte del espanyolismo. Por primera vez en mucho tiempo, incluso voces críticas tanto en la afición como en los medios salieron de la rueda de prensa valorando el discurso del director deportivo como realista, trabajado y, sobre todo, argumentado. Sin embargo, hubo un punto —uno muy sensible tratándose del Espanyol— en el que chirriaron las cosas: el fútbol base.
El tema saltó cuando le preguntaron directamente por el vacío en la dirección de cantera tras el adiós de Jaume Milà, cesado en abril a punto de cumplir un año en el cargo. Su respuesta fue clara, pero también desconcertante: “No lo hay y no lo va a haber. Siempre me he encargado yo, lo he sido desde mi llegada con responsables de área. Soy director de La 21 y hemos trabajado con responsables de área, así hemos trabajado para el proyecto formativo y de cantera”.
La frase dejó helados a muchos. Y no porque Garagarza no tenga capacidad de trabajo —que la tiene, nadie lo duda— sino porque es difícil pensar que un solo hombre pueda abarcar toda la dirección deportiva de un club de Primera división y además coordinar toda la estructura del fútbol base, que es justo donde el Espanyol por filosofía debería cuidar con mimo cada detalle.
Ha habido en los últimos tiempos demasiada rotación en un área que debería ser estable, continua y con rumbo claro. El mensaje que deja todo esto, guste o no, es de cierta improvisación y preocupa la falta de un relevo claro.
En este contexto, se le preguntó por qué la cantera no da más frutos. Y aquí Garagarza quiso matizar: “Hay algún matiz a hacer, Joan no jugaba, Omar no estaba ni en la planificación del primer equipo a mi llegada, Pol estaba en Granada, con Roca damos el paso -tendrá dorsal del primer equipo-… hemos de hacer un análisis más completo. Y hay un jugador que los está poniendo, que podría no ser”.
Defendió su modelo: “La palabra ‘drama de la cantera’ no la comparto, no estoy de acuerdo aunque lo respeto: si vamos a ir a resultados nuestro modelo no dice la medición, los procesos son fundamentales, acortar plazos es fundamental. Mi objetivo es el jugador, que estén preparados para estar en el primer equipo en dos años, los resultados en categorías inferiores no son los relevantes”.
Y sacó pecho del trabajo en el filial: “El B ha estado en puertas de playoff y al no lograrlo parece que ha sido mala temporada, hubiera sido muy chulo pero la media de edad, el porcentaje de juveniles es lo que me vale, tener un B en 2ª RFEF o un Juvenil quinto no es un item determinante”.
Su discurso puede tener lógica y, de hecho, no le falta razón cuando insiste en que lo importante no es que el Juvenil, que por cierto ve como un referente como Javi Chica no va a seguir, gane ligas, sino que saque jugadores. Pero hay algo que no cuadra del todo: todos los canteranos que ahora brillan vienen de etapas anteriores, de una base construida hace ya bastantes años. El único que ha dado el salto reciente es Antoniu Roca.
Y lo que muchos dentro de la Dani Jarque comentan —en voz baja, pero con claridad— es que el verdadero problema está en la captación. No basta con trabajar bien con lo que ya hay: hay que encontrar talento fuera, y ahí se están perdiendo trenes importantes.
Garagarza, que se mostró muy solvente en casi todo lo que explicó, dejó esta carpeta sin cerrar del todo. No se le puede pedir que lo haga todo, pero sí que delegue con criterio. Que encuentre a la persona adecuada para ese puesto clave y le dé confianza y recorrido. Porque el Espanyol, si quiere volver a tener una cantera que sea referencia, no puede estar sin cabeza visible en ese departamento.
Así que sí, Garagarza salió reforzado… pero también con deberes. Y el primero está muy claro: poner orden en el fútbol base.




