El president de la Generalitat, Salvador Illa, ha sido preguntado este domingo por uno de los temas que más revuelo está generando entre la afición del RCD Espanyol: el futuro de Joan García y su posible fichaje por el Barcelona. El jefe del ejecutivo catalán, reconocido seguidor perico, ha atendido a los medios durante su visita institucional al Circuit de Catalunya con motivo del Gran Premio de España de Fórmula 1, y no ha eludido la cuestión… aunque sí ha optado, una vez más, por la ambigüedad.
Preguntado específicamente por la posibilidad de que el guardameta de Sallent termine fichando por el FC Barcelona, Illa ha respondido con un mensaje prudente y sin entrar a valorar directamente si ese desenlace le resultaría incómodo como aficionado del Espanyol: “Pues es una decisión que ha de tomar él. A mí me gustaría que continuase donde está, también entiendo que los jugadores han de velar por sus intereses profesionales, y por tanto, una cosa es lo que me gustaría y otra lo que decida, cosa que respectaré y entenderé la decisión que tome”, declaró.
Sus palabras reflejan un nuvo intento de mantenerse en una posición institucional, priorizando el respeto por la voluntad del futbolista y evitando cualquier declaración que pudiera ser interpretada como crítica al entorno azulgrana. Sin embargo, su falta de firmeza al referirse a un posible traspaso al eterno rival no parece que vaya a gustar mucho al espanyolismo, que sigue asistiendo con malestar a los rumores que vinculan a Joan con el club del Camp Nou.
Illa ya ha mostrado en otras ocasiones su afinidad con el club blanquiazul, pero esta vez, como en anteriores intervenciones públicas, ha preferido no adoptar un tono que pudiera ser leído como confrontativo. En un momento especialmente sensible para la afición perica, que ve en Joan García no solo a uno de los pilares deportivos del presente sino también a un símbolo de identidad, sus declaraciones vuelven a dejar esa sensación de contención que algunos consideran excesiva. Y mientras tanto, el futuro de Joan García sigue en el aire. Y el espanyolismo, expectante.
