Este verano se cumplirán tres años exactos desde la última vez que Chen Yansheng pisó Barcelona. Fue en agosto de 2022, coincidiendo con un Espanyol – Real Madrid en el RCDE Stadium. Desde entonces, silencio. Ni un solo partido en directo, ni un acto institucional, ni una comparecencia presencial. Nada. A más de 12.000 kilómetros de distancia, el presidente y propietario del club parece cada vez más lejos del día a día blanquiazul. Y no solo físicamente: también emocionalmente.
Desde su llegada en 2016 al frente de Rastar Group, su trayectoria como máximo accionista del Espanyol ha sido cualquier cosa menos lineal. Dos descensos, dos ascensos, una clasificación europea y un mar de decisiones cuestionadas. La ilusión inicial, marcada por promesas como “jugar la Champions en tres años” o “profesionalizar el club”, hoy se ha convertido en desconfianza. La fractura con la grada es profunda. Y la paciencia de la afición, cada vez más escasa.
La gestión de Chen se ha caracterizado por la ausencia de liderazgo visible y por una toma de decisiones centralizada hasta el extremo. Según ha explicado el propio club, el propietario da el visto bueno a todos los movimientos importantes: desde fichajes hasta acuerdos comerciales. “Llamamos cada día, hay reuniones, es un presidente que entra en los detalles de todas las decisiones que tomamos”, explicó recientemente Mao Ye, CEO de la entidad. Pero esa presencia a distancia ya no convence. “Entiendo la sensación, es la primera vez que el club no cuenta con un presidente local”, reconoció también Ye. A efectos prácticos, el Espanyol lleva años sin dirección presidencial en el terreno.
Chen tampoco ha conseguido esquivar el descontento creciente en la grada. Los cánticos de “Chen, vete ya” o “Directiva, dimisión” se han escuchado incluso en las victorias. Y el vídeo grabado que envió para la última Junta de Accionistas, con frases como “seguimos trabajando con la ilusión del primer día”, no hizo más que alimentar la desconexión con una afición que, directamente, ya no le cree.
En paralelo, el club ha ido sobreviviendo gracias a las inyecciones económicas de Rastar. Según datos recientes, el conglomerado chino ha invertido ya más de 255 millones de euros en el Espanyol. Casi 40 se destinaron a adquirir la mayoría accionarial. El resto, más de 220, han llegado mediante ampliaciones de capital o préstamos participativos. Sin embargo, tras la prohibición del gobierno chino de exportar capital en sectores como el fútbol, el dinero dejó de llegar directamente desde Guangzhou. Y aquí entra en juego la filial de Rastar en Hong Kong, que ha permitido como explicaba Roger Requena en Ara sortear esa limitación legal mediante préstamos mensuales de hasta un millón de euros. Una fórmula legal, pero también una muestra clara de que, pese a todo, la intención no ha sido abandonar el club.
A día de hoy, el Espanyol mantiene una deuda de unos 52 millones con Rastar Group. De los 38 millones que se prevé capitalizar este verano (el máximo permitido por LaLiga a efectos de límite salarial), todavía quedarían 14 pendientes. Y no se descarta que esa cifra vuelva a aumentar si la tesorería lo requiere.
El club, gracias a esta liquidez, ha logrado reducir su deuda externa a cero. Pero la estabilidad contable no lo es todo. El proyecto deportivo está estancado y la sensación general es de deriva. Para esta temporada, tanto Manolo González como Fran Garagarza han insistido en la necesidad de reforzar el patrimonio deportivo: jugadores en propiedad, apuestas de presente y futuro, y no más cesiones sin retorno. Ese mensaje se ha trasladado a Chen. Ahora falta saber si lo escuchará.
Desde el club se filtra que podría regresar en verano, coincidiendo con el inicio de la temporada o con la próxima Junta. “Trabajaremos con él a ver si le encaja agenda”, dijo Mao Ye sin demasiado convencimiento. Lo cierto es que su próxima visita, si llega, será la primera desde 2022. Y para entonces, Rastar Group estará en puertas de cumplir una década al frente del club.
Una década en la que el Espanyol ha vivido demasiadas oportunidades perdidas. Y aunque desde la propiedad insisten en que no hay intención de vender, lo cierto es que si apareciera una oferta lo suficientemente atractiva, el escenario podría cambiar. Mientras tanto, el único camino es hacerlo viable: consolidarse en Primera, generar plusvalías con traspasos —como puede ser el caso de Joan García— y dejar de depender del bolsillo de Chen.
El Espanyol necesita algo más que estabilidad económica. Necesita dirección. Necesita presencia. Y necesita decisiones coherentes. Chen Yansheng aún está a tiempo de reconducir parte del rumbo. Pero la cuenta atrás ha empezado. Y lo que queda de crédito se agota.





