Mientras gran parte del foco mediático y del propio entorno perico sigue pendiente del desenlace del caso Joan García, lo cierto es que en el RCD Espanyol se avecina un verano de reconstrucción profunda. La posible salida del guardameta de Sallent al FC Barcelona ha acaparado titulares y generado todo tipo de reacciones, pero corre el riesgo de tapar una realidad todavía más relevante: el club debe rehacer casi por completo la columna vertebral del equipo si quiere afrontar la próxima temporada con mayores garantías que la anterior.
Tal como apunta Mundo Deportivo, el director deportivo Fran Garagarza deberá acometer una remodelación de gran calado. Salvo un giro inesperado, prácticamente decena de futbolistas de la plantilla actual no continuarán. Entre ellos figuran un bloque de cedidos —Romero, Kumbulla, Král, Cheddira, Veliz, Roberto y Urko—, tres jugadores que finalizan contrato —Sergi Gómez, Brian Oliván y Aguado—, y el propio Joan García, cuya marcha sea cual sea el destino es segura. Solo Roberto, cedido por el SC Braga, y Kumbulla, que vuelve de momento a la Roma, mantienen ciertas opciones de continuar, aunque ambos con competencia de otros clubes que cuentan con mayor capacidad económica.
Todo ello en un contexto en el que, pese a la intención de dar un paso adelante en este aspecto, no se prevé tampoco una inversión significativa por parte de Rastar Group. La dirección deportiva, por tanto, deberá moverse con inteligencia en el mercado para reconstruir una plantilla competitiva con recursos aunque mayores a los del pasado curso que seguirán siendo limitados, manteniendo como objetivo prioritario lograr la permanencia en Primera división, esta vez sin el sufrimiento extremo vivido durante la última campaña.
La portería será el primer frente a resolver. Con Joan García muy cerca de salir y Pacheco sin una continuidad clara a sus 33 años, el club contempla con buenos ojos a Fortuño, que cuenta con la confianza interna, pero aún no ha debutado en Primera división. A día de hoy, el puesto más decisivo del equipo está totalmente abierto y no se descarta ir al mercado.
En defensa, la marcha de Kumbulla deja un vacío importante. Cabrera necesita un acompañante de garantías en el eje de la zaga, y ni Calero, ni Pablo Ramón, ni el recién vinculado Miguel Rubio —aún sin anuncio oficial— parecen ofrecer ese perfil con solvencia contrastada. Reforzar el centro de la defensa será una prioridad.
En el centro del campo, la situación no es menos exigente. Urko González de Zárate no seguirá, y Garagarza ya ha marcado el tipo de futbolista que se busca: “Un centrocampista con pata, un jugador físico, con ritmo”, un perfil que no abunda en el mercado y que será difícil de incorporar sin una inversión destacada.
En el ataque, el futuro de Roberto es incierto y su continuidad dependerá en buena medida de los movimientos del SC Braga y del propio jugador. Mientras tanto, el Espanyol tiene encarrilada la llegada de Kike García, que llegaría para aportar experiencia y trabajo, aunque no puede ser la única solución ofensiva.
Con todo, el Espanyol encara semanas decisivas en su planificación. El futuro de Joan García es una cuestión importante, sin duda, pero no puede hacer olvidar la dimensión real del reto que afronta el club. La permanencia vuelve a ser el objetivo, pero esta vez no puede dejarse todo para el último suspiro. Hace falta una plantilla sólida, compensada y con recursos para competir desde el primer día. Y eso requiere visión, acierto y decisiones firmes desde la dirección deportiva.