La distancia no es excusa cuando hay compromiso. Y si alguien lo representa con absoluta claridad es Tomás Silva, aficionado del Espanyol afincado en Lima, que no dudó en recorrer más de 20.000 kilómetros en apenas tres días para estar presente en el partido decisivo ante la UD Las Palmas. Este viernes, en La Opinión del Día de La Grada Ràdio, su testimonio volvió a emocionar. No solo por el esfuerzo que representa su viaje, sino por la madurez, el respeto y la claridad con la que analizó la actualidad del club.
Tomás es un profesional de las altas finanzas, pero sobre todo, un perico comprometido. Y su intervención en antena fue un ejemplo de mesura y convicción. “El tema Joan García nos importa a todos, monopoliza casi todas las conversaciones”, reconoció, antes de dejar claro que no juzga al futbolista por su decisión: “Yo no soy nadie para juzgar a una persona, me enseñaron desde chico a respetar al resto. Joan tiene todo el derecho del mundo a elegir dónde se quiere ir”.
Sin embargo, sí expresó su profundo malestar con una imagen que muchos en la grada aún no han podido digerir: “Lo que en particular me dolió mucho y me molestó fue el beso a la camiseta, a nuestro escudo, a nuestros símbolos, que él da y postea en redes sociales para después irse donde el vecino. Eso a mí es lo que me incomodó, me molestó. Creo que fue una acción absolutamente innecesaria. De alguna manera nos falta al respeto, y me da pena que haya elegido irse del club de esa forma, dejándonos ese recuerdo. Al final, a la hora de irse, que pase por caja y cierre la puerta”.
Con un discurso sereno pero contundente, Silva pasó rápidamente del caso particular a la situación general del club. “La responsabilidad de lo que viene es del club”, sentenció, antes de reivindicar el papel de una afición que no entiende de fronteras. “El Espanyol es un gran club, con aficionados en todo el mundo, dispuestos a hacer mucho por nuestro club, como yo, que en tres días hice 20.000 kilómetros para ver el partido decisivo contra Las Palmas”.
Desde la distancia, Tomás también quiso reconocer los esfuerzos recientes de la entidad en el plano económico, aunque reclamó decisiones coherentes a corto plazo: “Gracias por la ampliación de capital que están haciendo: eso va a fortalecer el patrimonio, disminuir deuda, nos pone financieramente mejor. Pero de nada vale ese esfuerzo si no viene acompañado, por ejemplo, de una reinversión del dinero que se va a sacar por Joan García”.
Y en ese punto, lanzó un mensaje claro a la propiedad: “Si no, señor Chen, una salida es buscarse un socio mayoritario que aporte ese capital que el club necesita para despegar. No se puede competir en una Liga como la española con cero euros de inversión. Ya no. No queremos repetir lo que hemos vivido el año pasado”.
Consciente del enorme reto que tiene el club este verano, reclamó refuerzos en todas las líneas y un cambio de rumbo que devuelva la ilusión: “Hemos tenido muchos jugadores cedidos y toca el momento de reconstruir la plantilla y generar ilusión”.
El cierre de su intervención fue, posiblemente, lo más representativo de su sentir y del de tantos aficionados anónimos que, como él, viven el Espanyol como una forma de estar en el mundo: “Joan García, los jugadores, las personas pasan, el club, la institución queda. Y nosotros lo que queremos es esta camiseta. Este escudo. Hay que seguir adelante. Si tiramos del carro todos juntos, nadie nos para”.
Un mensaje desde Lima, pero que resuena con fuerza entre los pericos al otro lado del océano. Una voz respetuosa, sensata y firme que recuerda que el Espanyol no está solo. Porque el club es mucho más que una plantilla: es una comunidad unida por unos colores. Y mientras existan pericos como Tomás Silva, el futuro —por difícil que parezca— siempre tendrá una esperanza.