La paciencia en el entorno del Espanyol con el «caso Joan García» se ha agotado hace días. Mientras desde el entorno del Barça se da por cerrado su fichaje, con incluso algunos medios refiriéndose ya al portero como azulgrana, la realidad legal es otra muy distinta: Joan García, a día de hoy, sigue siendo jugador del RCD Espanyol. Y lo será hasta que alguien se digne, por fin, a depositar en la sede de LaLiga los 25 millones de euros más el IPC correspondientes a su cláusula de rescisión. Un paso imprescindible que, por más que se anuncie como “inminente” desde hace semanas, sigue sin producirse. Ahora se habla de la semana próxima… a saber.
La realidad es que todo está firmado y pactado, pero el traspaso sigue congelado. Desde algunos medios se ha deslizado que el retraso obedece al deseo del portero de despedirse bien del Espanyol. Pero esa versión no cuadra con los tiempos ni con la realidad del fútbol actual. Lo más probable es que estemos ante una cuestión económica: el Barça estaría esperando cerrar su ejercicio fiscal con saldo positivo antes del 1 de julio para poder ejecutar la operación sin comprometer su balance. Mientras no entren ciertos ingresos en caja, no habrá cheque. Y hasta que eso no pase, Joan sigue siendo jugador del Espanyol.
El Barça está obligado a reunir la cantidad íntegra antes de poder ejecutar el fichaje, y Joan será quien deposite el importe en LaLiga como marca la normativa. Según revela el diario Ara, que cita fuentes financieras, parte del dinero podría llegar a través de créditos bancarios que el club azulgrana negocia en paralelo con varias entidades financieras en Barcelona. Con el final del ejercicio económico a la vuelta de la esquina y varios pagos pendientes, el Barça necesita unos días más para activar la operación. Oficialmente, no lo vinculan al fichaje de Joan, pero las cifras encajan: se están negociando líneas de crédito por entre 20 y 25 millones, justo lo que cuesta el portero. Una vez depositada la cláusula, aún quedará el reto del fair play financiero. El Barça no tiene margen actualmente y necesitaría liberar masa salarial para inscribir a Joan. La salida de Ter Stegen sería la vía directa, aunque se descarta que eso ocurra pronto. Por eso el club ha pactado con Joan un contrato largo y con ficha baja de entrada, para facilitar su encaje en las reglas de LaLiga y espaciar los pagos en varios ejercicios.
Mientras el Barça intenta resolver sus penurias, lo peor es que el desgaste emocional para la afición perica es evidente. No solo por la salida en sí, sino por las formas. Joan García ha mantenido un silencio absoluto durante todo este proceso, sin una palabra de despedida, sin una explicación, sin ni siquiera una mínima muestra de respeto hacia la afición que lo ha visto crecer desde cadete. Mientras tanto, el Barça, en plena maniobra financiera, apura los plazos para formalizar una operación que, según Mundo Deportivo, ya está firmada desde la semana pasada y que se traducirá en un contrato de seis temporadas, hasta junio de 2031.
La ampliación del vínculo de cinco a seis años no responde a ninguna cuestión deportiva, sino a una estrategia contable. El club azulgrana prefiere alargar un año más el contrato para poder repartir la amortización del fichaje y ajustar mejor el salario del jugador al ‘fair play’ financiero. A cambio, Joan mejorará sus condiciones en los años finales del contrato. Una fórmula ya aplicada, según Mundo Deportivo, con Lamine Yamal, y que responde al interés exclusivo del Barça en maquillar sus cuentas.
Desde el entorno del futbolista, la firma ya está hecha. Deco, director deportivo del Barça, y el abogado de Joan, Ramón Valencia, cerraron todos los detalles la semana pasada, según relatan tanto Mundo Deportivo como Sport. Incluso se celebró una cena en Barcelona con la presencia de Joan, su pareja, su agente y el propio Deco. MD detalla que el director deportivo azulgrana había hecho su trabajo con
sus agentes, que iban locos por conseguir ese acuerdo, aunque faltaba el sí del jugador. Para intentar
seducirlo quiso organizar un encuentro con él, cara a cara, para explicarle de primera mano el proyecto. Tuvo que esperar a que se acabara la Liga. Entonces se organizó una cena en Barcelona en la que Deco estuvo acompañado de Bojan y en la que el portero de Sallent asistió junto a su agente Juanma
López y su pareja. Joan Garcia había dejado que sus agentes estudiaran las ofertas que tenían sobre la mesa, pero aparcó su futuro hasta que no se salvara el Espanyol. La semana siguiente al fin de LaLiga, cuando tenía buenas propuestas especialmente de la Premier, fue cuando Deco le explicó su proyecto.
El director deportivo azulgrana le expuso de viva voz lo que ya le habían trasladado sus agentes y según la versión del diario, salió ilusionado de la cena aunque entonces aún no había dado el sí definitivo. Esto fue después, supuestamente, tras otra cena junto a su familia y agentes. Pero bien, a pesar de que todo eso suene a traspaso cerrado, sin el ingreso correspondiente en LaLiga, el acuerdo no tiene validez oficial. El Espanyol no ha recibido ni un solo euro y, por tanto, Joan García sigue perteneciendo contractualmente a la entidad blanquiazul.
Mientras tanto, la prensa barcelonista ya lo presenta como el primer fichaje del nuevo proyecto culé. Un discurso que ignora intencionadamente lo más importante: el dinero aún no ha sido ingresado. El Barça tiene previsto entregar el cheque a finales de esta semana o principios de la próxima, pero nada garantiza que no se retrase todavía más. Una operación cocinada a fuego lento, que ha alargado más de la cuenta un adiós que, aunque inevitable, está dejando un sabor amargo en el vestuario, en los despachos y, sobre todo, en la grada.
Desde el Espanyol, la operación se asume como necesaria en clave económica. Joan renovó en 2023 con un salario bajo, y su salida se contemplaba desde hace meses como una forma de cuadrar cuentas. Pero lo que duele no es la marcha, sino el modo. El silencio de Joan, el enésimo gesto de indiferencia del Barça y el uso mediático de una operación que, en términos legales, aún no se ha ejecutado.
Por respeto a la entidad que lo formó y a una afición que lleva días tragando en silencio, lo mínimo exigible ahora es que se pague lo pactado cuanto antes y se dé por cerrado un episodio que se ha prolongado más de la cuenta. Que lo que es evidente para todos se convierta, al fin, en oficial. Y que el Espanyol pueda pasar página. Ya toca.