A veces las despedidas no hacen ruido, pero se sienten fuerte. Así ha sido la de Sergi Gómez, que tras cuatro temporadas defendiendo la camiseta del Espanyol ha dicho adiós con la cabeza bien alta y el corazón lleno. Se va un capitán de los de verdad, de los que empujan en silencio, aprietan los dientes en los malos momentos y unen al grupo cuando más falta hace. Un profesional que independientemente de sus cualidades futbolísticas, siempre ha aportado desde el verde o cuando le ha tocado estar en segunda línea, y que, como él mismo dice, “será un perico para siempre”.
En declaraciones a los medios oficiales del club, Sergi ha hecho balance de estos años que, aunque no han sido fáciles, terminan con el objetivo cumplido: la permanencia. “Cuando llegas a un club no eres consciente de lo que puede pasar… Por suerte, han sido cuatro años en los que todo ha acabado bien. Estoy feliz y orgulloso de haber vestido esta camiseta y el brazalete de nuestro querido 21”, confesó. Y es que no hace falta estar toda la vida en un sitio para formar parte de él. Sergi lo ha hecho.
Su rol en el vestuario ha sido clave. A veces jugando, otras como decimos empujando desde el banquillo, pero siempre sumando. “Me tomo la vida y el fútbol con una filosofía clara. He pasado por muchas etapas, momentos de mayor o menor participación, y también por problemas físicos que me han condicionado. Pero entiendo que así es la vida, y así es el fútbol”, explicó con esa madurez que le ha caracterizado siempre. Como líder, como capitán, se implicó hasta el final: “Mi responsabilidad es mantener al grupo activo y motivado, y centrar a todos hacia un mismo objetivo: la permanencia”.
Sergi Gómez también ha recordado cómo, tras la salida de Sergi Darder, le tocó dar un paso adelante en un año durísimo: “El equipo confió en mí, y asumí esa responsabilidad con todo lo que implica. He creído en el grupo desde el primer momento, y me siento muy feliz por esta etapa que me deja recuerdos imborrables”.
Pero si algo se nota en sus palabras es que el Espanyol ha calado hondo en él. “Conocía el sentimiento perico, pero vivirlo de verdad me permitió ver que se lleva dentro, que se transmite de generación en generación. En el pueblo he conocido a mucha gente que es del Espanyol. Muchas veces es fácil ser de un equipo cuando te lleva la corriente. Siempre seré un perico más”, dijo. No hace falta añadir nada más.
También tuvo palabras de agradecimiento para Manolo González, que en su última rueda de prensa lo definió como un ejemplo de profesionalidad. “Estoy muy agradecido. No me sorprende el cariño recibido porque ha sido mutuo, es un amor recíproco. Siempre he hablado bien del míster, porque lo siento así. Se puso la capa de superhéroe para devolver al equipo donde se merece”. Y no se quedó ahí: “Tanto él como el cuerpo técnico lo merecen, porque han vivido el fútbol desde abajo, desde las categorías inferiores, tomando nota con boli y libreta. Esa experiencia le ha llevado hasta la élite”.
Sergi se va como llegó: con humildad, compromiso y una sonrisa. “Siempre me he considerado una persona muy positiva, y he intentado transmitirlo. Siempre hay motivos para estar tristes o enfadados, pero no vale la pena. Una sonrisa se contagia. No han sido años fáciles, pero lo importante es cómo se termina. Ahora toca mirar hacia adelante con alegría y optimismo, porque este club seguirá creciendo”.