Aunque se ha ido apagando el fragor de los primeros días, la marcha de Joan García al FC Barcelona sigue siendo uno de los focos principales en el entorno del Espanyol. Lo que parecía una operación encaminada hacia un desenlace inmediato ha entrado en una especie de paréntesis incómodo, donde los tiempos del Barça -eternos cuando se trata de cuadrar cuentas- se enfrentan a la impaciencia de una afición perica que ya ha digerido la marcha de su portero, pero que asiste con hastío a los últimos compases de una historia que se alarga más de la cuenta.
Desde hace días, tanto Sport como Mundo Deportivo coinciden en que el Barça ejecutará la cláusula de rescisión de Joan García “a principios de la próxima semana”, aunque esa previsión de inminencia lleva ya dos semanas repitiéndose. Lo cierto es que el acuerdo con el jugador está cerrado, y que incluso los últimos flecos contractuales han sido ajustados –Joan firmará hasta 2031 y no hasta 2030, para facilitar su encaje en el fair play financiero-. Sin embargo, mientras no se efectúe el pago ante LaLiga, la operación sigue sin oficializarse. Y eso, en el espanyolismo, ya empieza a escocer.
La operación, vista desde dentro
Joan García se va. Eso ya lo tiene asumido prácticamente todo el mundo. Lo que no se termina de aceptar es el cómo, y es que las formas de todos los agentes implicados en este tema han sido difícil de digerir. Pero lo que más ha molestado a la afición es la aparente tranquilidad con la que el Barça gestiona los tiempos, como si todo el mundo tuviera que esperar a que cuadren sus números.
En ese sentido, lo que sí parece haber quedado claro es que el Espanyol no negociará. Si Joan quiere marcharse, el procedimiento será el previsto por LaLiga: cláusula íntegra, sin un euro menos, y vía depósito en la sede de la patronal. Eso sí, con intereses (el IPC se aplica) y con la sensación generalizada de que, una vez más, el Barça se lleva talento formado en la Dani Jarque sin asumir un coste realista en términos de mercado.
Ter Stegen, la otra cara del movimiento
Mientras tanto, en clave culé, el fichaje de Joan García ha coincidido con una campaña de desgaste, sutil pero constante, hacia Marc-André ter Stegen. Desde hace semanas, las filtraciones y los rumores en torno al rol del portero alemán se han intensificado: que si ya no es intocable, que si hay dudas con su liderazgo, que si Joan está llamado a ser titular más pronto que tarde. Nadie lo dice abiertamente, pero lo que ocurre en los medios afines al Barça, que hoy coinciden en llevar a sus portadas una campaña de publicidad del club azulgrana, lo que dice mucho de esta estrecha relación que mantienen, huele -y mucho- a una estrategia de mobbing. Una manera de preparar el terreno para un relevo que no será sencillo, ni en lo deportivo ni en lo emocional.
Para Joan García, eso supone un reto extra. No solo tendrá que asumir la presión de aterrizar en uno de los clubes más exigentes del mundo, sino que lo hará sabiendo que su llegada puede dinamitar equilibrios internos en el vestuario y que cualquier fallo, por mínimo que sea, será amplificado. Pero ese ya no es problema de los pericos.
Las reflexiones de Oier Olazábal
En este contexto, la voz de alguien que ha convivido con Joan García en el vestuario del Espanyol aporta perspectiva. Oier Olazábal, ex portero del club blanquiazul, ha valorado en declaraciones a Jijantes el fichaje de Joan por el Barça y el potencial del joven guardameta.
“Él quiere ser portero de primer nivel y hay que ser realistas. El Espanyol tiene problemas económicos también. Todo el mundo es egoísta, y el Espanyol querría tener a Joan 15 años. Yo entiendo el dolor de la afición, pero también entiendo que él quiera competir a nivel mundial contra porteros como Courtois o Donnarumma. Él vive por el fútbol y tiene condiciones para ser un referente a nivel mundial”.
Sobre sus cualidades bajo palos, Oier no escatima elogios: “Cuando llegué al Espanyol estaban Joan García y Ángel Fortuño en el filial. Lo comentábamos con Diego López: la evolución del portero moderno es clara. Joan tiene reflejos, velocidad, un gran uno contra uno, buen juego con los pies… es muy completo. Tiene un gas que no había visto nunca. Es el prototipo de portero moderno”.
Además, recordó una anécdota que dice mucho del carácter competitivo de Joan: “Yo dejaba pasar algunos disparos en los entrenamientos para ahorrar energía. Él no dejaba pasar ni uno. Esto desquiciaba a veces a los compañeros. No desconectaba nunca”.
También hizo referencia a su capacidad física: “Recuerdo un ejercicio de sprint en el que Joan alcanzó los 34 km/h de velocidad punta. Yo, en toda mi carrera, no pasé nunca de los 30 km/h”.
Pero más allá de las condiciones técnicas y físicas, Oier puso el foco en lo más complicado: la gestión de la presión. “Lo más difícil es la presión. Él, cuando debutó en el Espanyol, ya lo pasó. Tienes que tener una pizca de suerte, porque la prensa tiene la capacidad de generar corrientes de opinión muy potentes”.
Opiniones que sobran
En un momento especialmente sensible para la afición blanquiazul, anoche hubo declaraciones que no cayeron nada bien.
Durante el acto institucional por el 125 aniversario de la Federació Catalana de Futbol, su presidente, Joan Soteras, no dudó en alabar al Barça por fichar a Joan García: “Joan García ha hecho una gran campaña con el Espanyol. Se merece ir a un gran club y el Barcelona lo es. Joan tiene que mirar por su vida profesional, porque la vida del futbolista no es tan larga. Por eso creo que los sentimientos tienen que ir de un lado y la parte profesional, de otro”, opinó Soteras, añadiendo: “Me parece muy bien que haya fichado por el Barça”.
Una intervención que, más allá de lo discutible de su contenido, descolocó por su falta de tacto. No era ni el momento ni el foro.
Un adiós que se está haciendo eterno
Joan García está a un paso del FC Barcelona. Todo indica que el acuerdo se materializará en cuestión de días. Pero el modo, el fondo y las formas de la operación han generado una mezcla de desilusión y hastío en el entorno del Espanyol. Mientras tanto, en las oficinas azulgranas (o mejor dicho, en los despachos de Crowe y compañía), siguen calculando cómo encajar el fichaje. Joan espera. El Espanyol también. Pero la herida, esa, ya está hecha.




