La marcha de Joan García al FC Barcelona ha supuesto un trago amargo para el espanyolismo, no solo por el contenido de la operación, sino también por las formas. El club blaugrana, con la inestimable colaboración de los agentes del futbolista, intentó hasta el final rebajar la cláusula de rescisión y condicionar la operación, incluso metiendo de por medio a Roberto Fernández. Pero esta vez, el Espanyol no cedió. Y, por mucho que doliera la decisión del jugador, la afición blanquiazul empieza a quedarse con otro mensaje: el club ha aprendido a defender sus intereses. Y lo ha hecho con contundencia.
La operación deja en las arcas del club un total de 26,34 millones de euros: los 25 millones de la cláusula de rescisión, más el ajuste correspondiente al IPC. Se trata de la segunda mayor venta de la historia del Espanyol, solo superada por la salida de Borja Iglesias al Betis en 2019, también por el importe íntegro de su cláusula.
Una venta sin concesiones
Que el Espanyol haya cerrado esta operación sin entrar en negociaciones ni aceptar presiones marca un punto de inflexión. El club ha sabido resistir ante los intentos del entorno del futbolista —y del propio Barça— por cerrar el traspaso a la baja. Como ya ocurrió hace un año, cuando el Arsenal llegó con una oferta importante que no alcanzaba la cláusula, y el Espanyol se mantuvo firme, esta vez se ha seguido la misma línea: o el importe íntegro o nada.
Y ese “nada” se transformó en una de las mejores ventas que ha logrado el club en los últimos años. Un ingreso directo, sin comisiones ni pactos a la baja, por un futbolista formado en la Dani Jarque que el Espanyol supo blindar en el momento justo, cuando aún no era titular, pero ya apuntaba a ser un activo de primer nivel. Un punto que hay que apuntar en el haber del tan denostado por otros aspectos de su gestión Fran Garagarza.
Un cambio de tendencia
Durante años, el Espanyol arrastró una fama —merecida— de vender mal. Jugadores con proyección salían del club por cifras que poco tenían que ver con su valor real, y la sensación era de debilidad estructural. Sin embargo, en las últimas ventanas de mercado, el club ha dado pasos importantes para revertir esa dinámica.
Las ventas de Sergi Darder al Mallorca (8 millones fijos más 2 en variables) y de César Montes al Almería (14 millones) en el verano de 2023 ya fueron un indicio claro de este nuevo rumbo. Y la salida de Joan García, en pleno contexto de rivalidad con el FC Barcelona, consolida la idea de que el Espanyol ha dejado atrás el papel de club vendedor complaciente para asumir el de una entidad que se hace respetar.
Una gestión coherente desde la dirección deportiva
La figura de Fran Garagarza ha sido clave en este proceso. Desde su llegada a la dirección deportiva, el club ha dado señales de mayor planificación, visión a medio plazo y determinación a la hora de valorar a sus jugadores. “Lo que no haremos es vender a bajo precio uno de nuestros activos más importantes. Tenemos que defender al club y el respeto que merece”, declaró el propio Garagarza hace pocos meses. Una frase que hoy cobra especial valor.
La renovación de Joan García hasta 2028, ejecutada cuando el portero aún era suplente, no solo permitió asegurar el futuro deportivo del jugador, sino que elevó su valor de mercado y garantizó un retorno económico más que notable. Una operación que combina acierto en la planificación, rigor en la gestión y firmeza ante las presiones externas.
Un club que empieza a creérselo
El Espanyol ha empezado a entender que no solo debe formar talento, sino también saber gestionarlo y venderlo cuando llega el momento, y hacerlo en condiciones que refuercen su posición institucional. La venta de Joan García es dolorosa, sí, pero también es un símbolo de madurez. El romanticismo ha dejado paso a una gestión más profesional con los activos del club. Y eso, en un entorno tan competitivo como el del fútbol actual, es una muy buena noticia.
En definitiva hay que quedarse con que el Espanyol no ha malvendido. Ha defendido lo suyo. Ha cobrado lo que le correspondía. Y ha dado un mensaje claro: aquí, si alguien quiere llevarse talento, tendrá que pagarlo.



