Joan García ya forma parte del pasado del RCD Espanyol. El portero de Sallent ha oficializado su salida del club blanquiazul con un mensaje publicado este mediodía en redes sociales, dando paso a una nueva etapa profesional en el FC Barcelona. Un adiós esperado, pero que no por eso ha resultado menos doloroso para buena parte de la afición perica.
Pocos minutos antes de publicar su vídeo de despedida, Joan eliminaba de su biografía la referencia al Espanyol y retiraba la conocida imagen besando el escudo. En el comunicado audiovisual, de tono sobrio y con los comentarios desactivados, el guardameta agradecía su etapa en el club y afirmaba: “Sé que esta decisión no será fácil de entender para todo el mundo. No os pido que lo hagáis.” La frase, lejos de suavizar el impacto, ha servido más bien como reflejo de la fractura emocional que deja su marcha entre la afición.
Y uno de los sectores que más claro ha dejado su enfado ha sido La Curva, el alma de la grada de animación del RCDE Stadium, ese fondo donde tantas veces se le jaleó, donde tantos cánticos llevaban su nombre. En sus perfiles sociales, sin mencionar directamente al protagonista, han dejado caer una frase tan afilada como lapidaria: “El peor enemigo es el que se disfraza de amigo…”, acompañado de un icono de reloj de arena. Tic, tac. Empieza la cuenta atrás para el que seguramente será uno de los regresos más tensos que se recuerdan en Cornellà-El Prat.
No hay nombres, ni alusiones directas, pero el destinatario resulta evidente. La frase resume el sentir de muchos hinchas que han vivido esta salida como una traición a los valores que representa el club. Joan volverá en unos meses defendiendo el escudo del eterno rival, ese que tantas veces tuvo enfrente, y lo hará sabiendo que, al menos en un sector del estadio, ya no es bienvenido.
No se trata únicamente del destino elegido -el eterno rival-, sino también del vínculo que Joan mantenía con la afición y con la grada de animación en particular. Su relación con el entorno perico venía marcada por años de apoyo incondicional, y por gestos que generaron la imagen de un futbolista comprometido, con la camiseta y con la identidad blanquiazul. Por eso, el giro que ha dado su carrera ha sido recibido con evidente disgusto y sensación de engaño por buena parte de los seguidores blanquiazules.
El futuro dirá cómo se desarrolla su regreso al RCDE Stadium, pero lo que ya parece claro es que su figura no tendrá ni por asomo la misma acogida de antaño. El fútbol, como la vida, está lleno de decisiones difíciles, y también de consecuencias inevitables. Joan ha elegido su camino. La afición del Espanyol, también.




